Coronavirus: visitante inoportuno

Coronavirus: visitante inoportuno

El mundo entero ha sido desagradablemente sorprendido con la pandemia de la covid-19. La rápida diseminación de la enfermedad y la alta contagiosidad del virus han contribuido a llevarnos, epidemiológicamente hablando, al punto en el que nos encontramos. Hemos sido más reactivos que proactivos y puesto que las pruebas rápidas para la detección del germen causal han sido insuficientes, no tenemos un cálculo exacto de la cifra real de personas infectadas en la República Dominicana.
Tratándose de una nueva enfermedad, no contamos ni con una vacuna, pero tampoco con una terapia efectiva, específica y eficaz para su manejo. En momentos tan difíciles como el presente debemos auxiliarnos de los organismos internacionales, específicamente de la Organización Mundial de la Salud, y seguir sus recomendaciones al respecto.
Nuestro país ha recibido la llegada de la novel pandemia en el menos oportuno de los momentos. La nación se preparaba para llevar a cabo las elecciones municipales nacionales cuando aparecieron los primeros casos de covid-19 importados. Era el momento indicado para implementar el distanciamiento físico de las personas. Hicimos todo lo contrario, se convocó a participar masivamente en el proceso de votación.
Hoy San Francisco de Macorís es testigo de primera línea acerca del costo en vidas y multiplicación de las personas infectadas. La Vega y Salcedo se agregaron al epicentro francomacorisano.
En un trabajo anterior nos hacíamos eco de la propuesta de varios científicos norteamericanos que proponían escoger a una persona con gran liderazgo y apoyo popular para conducir la guerra sanitaria contra el coronavirus.
Me venía a la mente la leyenda griega con la imagen de Diógenes deambulando por las calles de Atenas de día y con una lámpara encendida mientras pregonaba: “Se busca un hombre honesto”. Ese hombre o esa mujer no va a aparecer por la razón de que el liderazgo político dominicano, con raras excepciones, utiliza los espacios y momentos para proyectar su candidatura. Irónicamente el virus de covid-19 no reconoce figuras e infecta a todo el espectro partidista.
Gobernantes y gobernados, ricos y pobres, mulatos, blancos y negros, hombres y mujeres, ancianos y ancianas son susceptibles de infectarse y de enfermarse.
Ante una pandemia tan seria como la que vivimos lo sensato para la gente que piensa y que cree en el bienestar común, sería llegar a un acuerdo nacional para ayudar a detener la expansión de la enfermedad. No es momento para rebatiñas y zancadillas, es tiempo de dar lo mejor de cada cual para ayudar al pueblo dominicano a salir de la grave encrucijada en que se encuentra inmerso.
El primer deber de todo cuanto existe es seguir existiendo. Con salud la gente repone y multiplica los bienes materiales perdidos.
El gobierno, como administrador del Estado, tiene la obligación de conducir por la mejor de las rutas a la nave dominicana. No debe haber más de un vocero nacional para informar y orientar acerca del curso y manejo de la pandemia. No podemos en medio de una crisis sanitaria recibir las orientaciones del ministro de Salud y luego horas más tarde otro miembro del gabinete salte con que no, que donde dijo digo ponga diego. Los globitos de ensayo no asientan bien en la agobiada población.
Reiteramos que en la presente coyuntura no teniendo una vacuna ni cura efectiva contra la covid-19, la consigna sanitaria debe ser alejamiento físico, uso de mascarilla y confinamiento hogareño de las personas envejecientes.

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