Coronavirus y refranero dominicano

Coronavirus y refranero dominicano

En la jerga química se habla de las impurezas, en tanto que en el lenguaje coloquial se acostumbra decir que algo de bueno tiene lo malo. Similar a la famosa teoría del Big Bang, el covid-19 sigue expandiéndose por el mundo más como un pandemonio para las naciones pobres que como pandemia para los países desarrollados.

Esto ha obligado al confinamiento y distanciamiento social como medida para reducir la velocidad de propagación del agente viral. Las consecuencias económicas, conductuales y políticas no han tardado en dejarse sentir con fuerza creciente en todos los ámbitos del quehacer humano.

Entre lo bueno que nos trae esta desgracia sanitaria encontramos el uso exponencial de modalidades poco acostumbradas en la mayoría de las capas medias de la población urbana. Nos referimos a las plataformas interactivas audiovisuales simultáneas, que como prototipo modelo lo representa el Zoom.

Se ha convertido en la tablita de salvación docente del sistema educativo nacional. Pocos imaginaron que se podrían festejar graduaciones en línea desde los respectivos hogares y con ciertas ventajas de la virtualidad sobre el modelo físico presencial. Cristóbal Colón no podría escribir a los Reyes Católicos diciéndoles que el coronavirus nos encontró “como la madre nos parió”.

El ocio que suele acompañar la forzada estadía hogareña permite dedicarle tiempo a la lectura de materiales pospuestos por razones rutinarias del trabajo habitual. Aprovechando dichas circunstancias he vuelto a releer el Refranero dominicano de don Emilio Rodríguez Demorizi del cual extraigo algunos refranes versificados apropiados para estos nebulosos momentos.

He aquí unas muestras: “Conséibate en tu lugai,/repetao y repetando:/a quien le dien la primera,/to ei mundo le sigue dando… En’ei libro dei detino/ta asentao nombre y lugai:/cuando te llegó tu hora,/de na bale pataliai… Er que bebe se emborracha;/er que no jura, reniega;/aquer que se ba, lo orbidan;/y ar que se muere lo entierran… Cuando la noche t’ocura,/e mejoi que nadie saiga:/culebra que t’en su cueva/e difisi de pisaila… Ei sabei lo dan los’año,/poi la esperiensia yo hablo:/por eso e que’ei diablo sabe/ ma poi viejo que poi diablo… No tó se pué predesí,/y como ei mundo se mueve,/hay que tai aprebenío/poique ei día ma claro yuebe…El que compra lo que no necesita, acaba por vender lo necesario…El que no siembra no coge;/el que cuida siempre tiene;/el que no trabaja roba,/porque, ¿con qué se mantiene?… Tu mujer es una santa;/tu vecino un santurrón;/pero no los dejes solos/porque el diablo es un bribón… No guaide coroto viejo,/ni apile basur’apota:/cuando no da utilidá/lo que no sihbe se bota… Los año dan eperiensia/y con ello la bejeh:/a fueisa de trompesone/hay que lebantai lo pie… Nadie diga mal del día/hasta que la noche llegue;/yo he visto mañanas tristes/tener las tardes alegres… No hay mal que dure cien años/ni cuerpo que lo resista,/ni médico que lo atienda/ni enfermera que lo asista…Ninguno nace sabiendo/en la vida hay que guamiai,/pue rajando boisa /e como se aprende a capai…No hay que preocupaise mucho;/poi na dei mundo te apure;/si la vida e transitoria/bamo ai paso pa que dure…”

Retomando la pandemia sin refranes, y aceptando a regañadientes este mal como un huésped temporal indeseado, hemos de aprender a convivir con el mismo, siendo prudentes, sabios y comedidos. Garanticemos la bioseguridad mediante una sostenida labor educativa hacia toda la población.

Recuperemos la capacidad productiva con suficiente tacto e inteligencia para que nos permita sobrevivir a la desgracia sanitaria.

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