Correcta decisión

Correcta decisión

El Banco Central ha hecho muy bien en apagarle la euforia a varios ayuntamientos que pretendían asumir deudas por US$281 millones a través de unas emisiones de bonos que estarían destinadas a financiar proyectos para generación de energía eléctrica y otras obras. La decisión de negarles el aval para esos propósitos es lo menos que podía caber en sano juicio.

Lo primero es que el país no está en condiciones de aumentar la deuda externa actual, cuyos intereses y servicios consumen una proporción considerable del presupuesto nacional. En segundo orden, ocurre que el proyecto de emisión de bonos y construcción e instalación de los generadores, que es patrocinado por entidades privadas europeas, no ha sido presentado por los canales más idóneos, sino por vía directa a varios gobiernos municipales.

Aunque el proyecto en cuestión suponía que los proveedores de los fondos recuperarían su inversión mediante la concesión de la administración de los proyectos de generación durante veinte años, no está claro cuál sería el sacrificio que asumirían los ayuntamientos, o el país en sentido general, para saldar los compromisos derivados de esos proyectos.

Los ayuntamientos del país, en su gran mayoría, son incapaces de generar los recursos necesarios para autosostenerse, ya sea porque sus fuentes contributivas sean pobres o por ineficacia de sus medios de administración y recaudación de arbitrios. Eso los convierte en una carga para el erario, del que obtienen una proporción considerable de los ingresos fiscales nacionales.

[b]II[/b]

No estamos descalificando los proyectos en sí y mucho menos la oferta de las entidades que han presentado a varios ayuntamientos del Cibao esta alternativa de generación de electricidad por medios no convencionales. Lo poco que se conoce de estas propuestas impiden hacer juicios definitivos sobre las mismas y acerca de las intenciones de los interlocutores que las han estado manejando.

Lo que cuestionamos es que propuestas de esta naturaleza no hayan sido formuladas por las vías más idóneas, como serían las instituciones oficiales con poder de decisión en el intrincado mercado energético que tenemos.

El país está necesitado de mejorar su oferta energética, y sobre todo de abaratar sus elevados costos. En ese sentido, la energía eólica puede resultar una excelente alternativa, sobre todo en un país bordeado por el mar, que bien podría aprovechar las brisas marinas para producir energía limpia y de bajo costo.

Lo que aconseja la prudencia es precisamente lo que ha hecho el Banco Central, al denegar el aval del Estado para estos propósitos. Sin embargo, sería juicioso tratar de obtener todos los detalles de estas ofertas que hacen entidades europeas y que los proyectos en cuestión sean estudiados detalladamente por organismos oficiales especializados, para establecer si resultan convenientes a los intereses nacionales.

Los ayuntamientos, a menos que se modifiquen y hagan eficientes sus estructuras, de modo que mejore sustancialmente su capacidad para generar y captar ingresos, no están en condiciones de involucrarse en deudas de esta envergadura.

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