Corrientes de aire

Corrientes de aire

Las corrientes de aire constituidas por grandes masas de aire en movimiento, son una causa fundamental en la definición del clima: afectan las corrientes marinas, lluvias, tormentas y huracanes. Estas corrientes quedan determinadas por numerosos factores, como son: rotación de la Tierra, el material de la superficie terrestre, la insolación solar (radiación de onda corta recibida por el planeta), las pérdidas  de calor de la superficie (radiación de onda larga que emana de la superficie), la topografía y la morfología de la superficie. Algunos de estos factores varían con los meses, por tanto, el patrón de vientos también se modifica. El fenómeno se descifra mejor empezando por los factores más influyentes y superponerle los de menor. El cuadro quedará necesariamente aproximado pues esas corrientes son afectadas por factores secundarios locales.

El planeta Tierra tiene temperaturas extremas y contrapuestas en los polos, muy fríos, y, en el ecuador, muy caliente. La gradiente de temperatura entre polos y ecuador, hace mover el aire de la más fría a la más caliente a nivel de la superficie terrestre pero como todo el aire no se puede quedar estático en el ecuador, so pena de alcanzar un momento en que no haya más aire para “bajar” de los polos, el que se ha acumulado en el ecuador se eleva unos catorce kilómetros (tope de la troposfera), se enfría y se traslada horizontalmente en dirección de los polos.

La rotación de la Tierra, de oeste a este, complica las cosas, afecta las masas de aire, además, la aceleración Coriolis, conocido concepto de la dinámica, las enreda aun más. Este factor pues aunque parecen dos, Coriolis es una consecuencia de la rotación, hace que los vientos que hubieran llegado perpendicularmente al ecuador, ahora llegan de este a oeste en el hemisferio norte y de oeste a este en el sur, son los alisios. Nos obstante, el aire continúa elevándose en el ecuador, sólo que ahora no llega hasta los polos, sino que alrededor de los 30 grados de latitud norte (Nueva Orleáns-Houston) y sur (Porto Alegre-La Serena), se acumulan causando una alta presión barométrica. Una parte del aire comienza a moverse de oeste a este en el hemisferio norte y al revés en el sur; la otra desciende, volviendo al ecuador a nivel superficial. Se completa la célula Hadley.

De las latitudes 30 a 60 grados, tanto los vientos elevados como los que van por la superficie terrestre fluyen hacia el norte, estos últimos al alcanzar los 60 grados se elevan, causando una zona de baja presión; célula de Ferrel. De los vientos que se elevan una parte vuelve al límite de Hadley y la otra fluye hacia los polos donde se produce un sumidero, del límite Ferrel al sumidero se forma la célula Polar.

El centro de alta presión a los 30 grados y el de baja en el ecuador, se desplazan sur-norte-sur y varían su tamaño según las variaciones de temperatura en el año. Esto hace posible que de mayo/junio a octubre/noviembre el calor de África caliente el océano Atlántico lo suficiente para desarrollar ciclones que la localización del centro de alta y la violencia de los alisios, empuja al oeste. De noviembre a junio los aires polares, muchos más fríos y fuertes, consiguen penetrar hasta el paralelo 30 y menos, ocasionando las agradables temperaturas de la temporada alta de turismo y los llamados “nortes”.

Una tercera influencia importante para los dominicanos, son los terrales, que fluyen del mar a tierra en el día y de tierra a mar en la noche. Los grandes rasgos del clima dominicano quedan así definidos, haciendo notar, que la inestabilidad que produce el cambio de fuente dominante, África o polos, hace que los meses cuando comienza el cambio, es decir, mayo y octubre, sean los meses más lluviosos de nuestro año normal.

En estas circunstancias parece razonable pensar que si el calentamiento global, disminuye la temperatura de los polos y aumenta la de África, habrían más huracanes y menos fresco en invierno, el patrón se alteraría con derivaciones de carácter secundario.

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