Corrupción y moral política

Corrupción y moral política

Hablar corrupción y moral política crea urticaria. Términos antagónicos, no logran desprenderse uno del otro. Mal que se agrava sensiblemente en un mundo globalizado donde el neoliberalismo y el libre marcado privilegian un capitalismo voraz, deshumanizante, que hace posible que “el 1% de la población mundial tenga lo que el 99% necesita” al decir de Joseph Stiglitz, Premio Nobel de la Economía.
Bajo el manto protector de esa desigualdad social y económica, intrínsecamente injusta por desproporcionada, tiende sus tentáculos la corrupción que traspasa los linderos de la impunidad, incrementando los niveles de pobreza, miseria y marginación más aun en países del tercer mundo, subdesarrollados donde el derecho de vivir dignamente en libertad y justicia es negado a las grandes mayorías, denigrando la fuerza del trabajo condenada al desempleo y salarios “con olor a cebolla” mientras el mercado “Laisse faire” impone la regla del juego al amparo de un sistema político y económico medularmente perverso.
El intento en procurar una respuesta efectiva que sirva de contención a tal despropósito “esencialmente antidemocrático, donde solo el beneficio es lo que cuenta” (Chomsky), pone en grave peligro los valores que garantizan la Paz, la convivencia social y el entendimiento humano.
No se vislumbra en el corto y mediano plazo una voluntad política y social consensuada que pase de las proclamas demagógicas a la acción eficaz, decidida a impulsar un nuevo orden social, político y económico encaminado al reordenamiento moral y cultural que detenga la voracidad de un capitalismo egoísta y deshumanizante, tal como ha sido definido por Papa Francisco.
Para ello no basta un simple deseo, un querer impulsivo. Se precisa un nivel superior de concientización social que enlace la moral social con la moral política y motorice la acción de manera decidida, comprometida con las grandes causas del pueblo y las masas desposeídas, llegado el momento donde “un sistema salta a un nivel superior de organización, o se desintegra por completo.”
Y ese momento estelar ha llegado. La Marcha Verde, bendecida por mucho y maldecida por tantos es su máxima expresión. El gran desafío de nuestros tiempos donde una sociedad que pugna por vivir en dignidad, en democracia y ser libre, se siente amenazada y en peligro, víctima de la injusticia, la corrupción y la impunidad que enajenan los sentidos y la pérdida de valores morales que dejan al ser humano en total desamparo.

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