Cosas buenas y malas de los huracanes

Cosas buenas y malas de los huracanes

JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ ROJAS    
En estos días que pasó muy cerca de nuestra isla el huracán Dean, el cual afortunadamente no causó grandes estragos como lo hizo en dos de las Antillas Menores, Jamaica y México, el balance de su accionar, al menos para nuestro país podríamos decir que fue mixto.

De la parte negativa podríamos decir que fue muy lamentable el hecho de que cinco personas perdieran la vida en la Presa de Taveras, al no escuchar las indicaciones de la Oficina Nacional de Meteorología, la Defensa Civil y el Centro de Operaciones de Emergencia (COE), que durante el paso de la tormenta indicaban a las pequeñas embarcaciones permanecer en puerto. Asimismo, a las personas (curiosos) que se alejaran de las costas, ya que el mar embravecido estaba lanzando piedras y grandes olas arropaban las rutas costeras.

Nuestro Malecón sufrió graves desperfectos en sus instalaciones físicas. Bancos de cemento fueron desplazados y arrojados en la vía. Los farallones, embestidos por un fuerte oleaje, se rompieron en algunas partes y ahora hay que restañar esas brechas con gaviones de piedras. La capa de rodamiento en algunos lugares sufrieron fisuras, pero esto, con asfalto y cemento se soluciona. Desgraciadamente no podemos decir lo mismo del joven haitiano que en las cercanías de Boca Chica fue arrastrado por las olas y se ahogó.

La arboleda, sobre todo la que se encontraba próximo al mar, quedó muy maltratada pero con pocas bajas, ya que la mayoría de los árboles son muy resistentes a los vientos, como son la palma cana y el cocotero.

Las brigadas del Ayuntamiento fueron las más perjudicadas por el paso de Dean. Grandes cantidades de rocas, algas, arena y otros desperdicios, fueron arrojados por el fuerte oleaje y llenaron de escombros el Malecón desde Manresa hasta el Obelisco. También la avenida España sufrió los embates de un fuerte oleaje que causó estragos en la avenida y pavor entre los que residen al borde de la misma.

Los más desafortunados en la capital fueron las trece casuchas que estaban ubicadas muy cerca de Manresa y que la fuerte marejada se encargó de desbaratar, quedando sus habitantes y propietarios sin techo y abrigo. Es de rigor que el Estado dominicano acuda en ayuda de estos abandonados de la fortuna, que gracias a Dios hoy pueden contar la historia, ya que si este fenómeno los hubiera sorprendido cuando sus residentes estuviesen durmiendo, hoy tendríamos que lamentar algunas muertes.

Gracias a la acción rápida y decidida de las brigadas del Ayuntamiento del Distrito Nacional, la Defensa Civil, el COE, la Policía Nacional y estaciones de radio y televisión, no ocurrieron hechos que lamentar.

¿Cuáles fueron los hechos positivos del huracán? Había una sequía en la zona norte del país y hasta en parte del Cibao Central. Con el paso de Dean, llovió a cantaros en lugares que tenían más de dos meses sin lluvias haciendo que ríos, arroyos y escorrentías volvieran a llevar agua. La agricultura se benefició, sobre todo en lo concerniente a cultivos de ciclo corto que veían amenazado el crecimiento de las plantas. La ganadería también tuvo un respiro y los pastos volvieron a reverdecer y el ganado pudo saciar la sed en lagunas y pozos que habían perdido el nivel freático.

Si bien es cierto que los que estamos dentro del sector agropecuario nos sentimos aliviados por los aguaceros caídos, los cuales no causaron estragos en la agricultura, no menos cierto es que los que estábamos hartos de tanta propaganda política, que imposibilitaba disfrutar la naturaleza y sus bellos paisajes, nos alegramos cuando notamos que desde Santo Domingo hasta La Romana no quedó una sola valla gigante con la promoción de los diferentes candidatos, en una campaña que se ha adelantado en muchos meses. Qué alivio que solo quedaron los armazones de hierro y no se vinieron abajo como cuando pasó el huracán George. Ojalá los candidatos tomen este signo admonitorio como un aviso para que sólo vuelvan a poner sus propagandas después que pase la temporada ciclónica en noviembre.

Al parecer, las nubes han quedado cargadas de agua y sólo esperan el momento propicio para nuevamente contribuir con su preciado líquido a saciar la sed de la tierra, de sus plantas, animales, ríos, lagos, lagunas, presas y, lo más importante, los acueductos y la falta de agua en los barrios de la capital y algunas ciudades del interior. Que vuelva otra tormenta, pero que sea benigna y beneficiosa para el pueblo dominicano, pero que además no haga daño a islas y países vecinos.

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