Cosas de alcahuetes

Cosas de alcahuetes

La Fundación Global Democracia y Desarrollo (FUNGLODE) conmemoró el quinto aniversario de su creación con la publicación del Volumen 6, número 27, fechado marzo-abril 2009, de su revista GLOBAL. En la sección editorial “Énfasis”, firmada por Carlos Dore Cabral, puede leerse: En las páginas de GLOBAL no hay límites…

Basta con que se entienda lo que se quiera decir.

Y entre quienes han escrito en sus páginas contamos a Hamlet Hermann, Andrés L. Mateo y Miguel Ceara Hatton, connotados opositores al gobierno.

Ahí se evidencia una contradicción ética entre esa institución privada y la administración pública y esa confesión en el editorial de GLOBAL podría, en un futuro cercano, provocar un conflicto legal. Sobran evidencias en torno a la identidad de pensamiento y los vasos comunicantes de financiamiento entre el gobierno y FUNGLODE. La Fundación forma parte fundamental del entramado ideológico para que el doctor Fernández pueda perpetuarse en el control político del país.

Cuando publicamos en GLOBAL nunca imaginé que alguna vez pudiera ser utilizado como coartada para justificar la propagación de las ideas más conservadoras. Tranquiliza saber que ser “connotado opositor al gobierno” en 2009 tiene un matiz diferente a cuando en los tiempos de Trujillo y de Balaguer se hablaba de “enemigos del gobierno”. En este caso asumo como elogio esa connotación con la que me honra FUNGLODE por la digna compañía de Andrés L. Mateo y Miguel Ceara Hatton. Es como un piropo a la solidez de mis planteamientos contra la corrupción, el narcisismo y la intolerancia, así como una reafirmación de mi posición como firme defensor de los intereses del pueblo dominicano.

Cuando fui funcionario de la primera administración del presidente Fernández nunca estuve vinculado a los fraudes bancarios y eliminé la corrupción en el tránsito. Entre 1997 y 2000, en AMET demostramos que el tránsito podía ser organizado si existiese honestidad y voluntad política desde el Poder Ejecutivo.

Si FUNGLODE me considera ahora “connotado opositor al gobierno” por denunciar el dislate del tren subterráneo, debía recordar que fue el Consejo Económico Social Institucional (CESI), presidido por monseñor Agripino Núñez Collado, el que se opuso a su construcción. Diandino Peña y yo fuimos convidados por el CESI en marzo de 2005 para debatir sobre el inefable Metro. En aquella discusión mis criterios técnicos resultaron más convincentes que los fuegos artificiales del “datashow”. El paupérrimo desempeño del Metro desde su puesta en funcionamiento confirma que la razón está de mi parte a pesar de los actuales intentos de mantener como secreto de Estado el rotundo fracaso de esa inversión.

Enfrentar a Leonel Fernández con su propia legalidad, como reclamara Bosch a Balaguer, no es oponérsele. Ejerzo un derecho ciudadano para preservar la integridad del Estado dominicano y la solidez del saqueado erario. Reaccionar ante la alianza de los agnósticos materialistas que encabezan el gobierno con el sector intolerante de la jerarquía católica no es oponerse sino asombrarse porque han logrado unir íntimamente el aceite y el agua. Financiarles de manera privilegiada no sólo iglesias y catedrales sino también hospitales, aeropuertos y aprobar ilegales concesiones para instalar enormes industrias no es defender los intereses de la nación dominicana. Aquel que se considere buen dominicano no puede hacer menos que oponerse a esos nauseabundos privilegios.

Decir que el gobierno es predominantemente corrupto no es una invención mía. Fue FUNGLODE la institución realizadora de la encuesta que cuantificó la percepción del pueblo sobre la corrupción predominante en la administración de Leonel Fernández y también estableció que el gobierno no tomaba en cuenta las opiniones del pueblo.

No es fruto de mi oposición al gobierno el que Leonel Fernández renegara de Bosch desde el Palacio Nacional y asumiera como arquetipo a Balaguer, símbolo del despotismo corrupto.

Denunciar que bajo este gobierno hemos llegado al penúltimo lugar en el mundo en materia de educación y de salud mientras multiplica la deuda externa no es oponerse al gobierno sino reclamar que se prioricen las inversiones y cese el despilfarro y la corrupción.

Triste es cuando gente buena como Carlos Dore Cabral cae en la categoría de olvidador sin ser olvidadizo. Eso sucede cuando las cosas pasan a ser más importantes que las ideas.

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