En días pasados cuando tratamos el asunto de las petrocasas de Bonao, y que hicimos mención de los Fombona que vinieron de Venezuela a vivir a Bonao, expresamos que eso ocurrió en la época dura de Juan Vicente Gómez.
Hoy queremos referir que cuando el general Rafael Simón Urbina llevó contra Gómez una invasión armada que desembarcó por Vela de Coro, en ese intento liberacionista fueron muchos dominicanos.
Puedo decir que conocí y traté a uno de esos dominicanos que hicieron suya la causa libertaria de los hijos de la patria del libertador Simón Bolívar.
Hablando estoy de Eliseo Féliz Gónzalez (Seíto), hermano del recordado profesor Julio César Féliz González (Bubito), el locutor de la voz de oro y seda de la radio dominicana.
Eliseo (Seíto) Félix me relató cierta vez cómo logró él salvar la vida. Todo se debió a la bondad de un sargento del ejército de Juan Vicente Gómez que lo apresó y le dijo: Mira muchacho, métete por dentro de esos jarales camina de frente y no te detenga. No olvide nunca que te salvó la vida el sargento Susano.
Seíto, el hermano de Bubito, por agradecimiento a su primer hijo le puso Susano.
Y ahora voy a lo del título de esta breve narración: Cosas de cuando Juan Vicente Gómez. En verdad, hace muchos años que leí el libro de autor norteamericano titulado Gómez El Tirano de Los Andes.
De la muy vieja lectura de esa obra todavía recuerdo muchas cosas, por ejemplo: el libro Doña Bárbara de Rómulo Gallegos, se lo leyeron a Juan Vicente Gómez y le gustó tanto que cuando acabó la lectura, entusiasmado manifestó ¡Carajo, ese bachiller sí que sabe cómo es que se bate el cobre en el llano!
El déspota hizo que le buscaran al novelista y futuro presidente de Venezuela.
Lo felicitó y lo designó Diputado por el Estado Aragua.
Clandestinamente para no servirle a la tiranía, Rómulo Gallegos se marchó de su país.
El maestro de la Generación del Veintiocho y eximio cantor del llano con su Doña Bárbara, cantor de la selva con Canaima y también feliz autor de Cantaclaro. El futuro presidente de Venezuela jamás podía convertirse en colaboracionista consciente del feroz tirano de La Mulera.
A propósito de la novela Doña Bárbara llevada al cine hace mucho tiempo, recordamos que termina diciendo: Llanuras venezolanas propicias para el ensueño, como lo fueron para la hazaña. Tierras de horizontes abiertos, donde una raza buena, ama, sufre y espera.
Creo yo que felizmente, ya se acabó la espera. Y a pesar de los entuertos y desafueros de doña Condolencia.
Hugo Chávez Frías se mantiene impertérrito en su postura firme, bolivariana y americanista.