Cosas de poetas, cosas de Sabina

Cosas de poetas, cosas de Sabina

El oficio de comunicador social no está entre los mejores remunerados. Con frecuencia los periodistas se ven en la obligación de multiplicar su actividad laboral para cuadrar un buen salario.

Sin embargo, el periodista tiene el poder de manejar la opinión pública y por la naturaleza de su trabajo obtiene un rápido reconocimiento público.

Existen excelentes profesionales de distintas ramas que solo son conocidos entre sus clientes y allegados, pero hasta un mal periodista por la exposición constante de su nombre y/o rostro al público, al cabo de un tiempo se convierte en un personaje “famoso” conocido por todos.

Algunos de los beneficiarios de esta particular notoriedad no entienden la naturaleza de la misma, ignoran que se trata de un hecho circunstancial y en ocasiones miran a los demás como civiles en un cuartel, como pobres desconocidos.

Desde su pedestal los manejadores de opinión saben cómo alzar a una persona o disminuir a otros.

Un mecanismo conocido de lo último es el de referirse a alguien sobre todo en detrimento sin mencionar su nombre.

Ocurrió que el conocido intelectual y columnista del periódico español El País, Paco Umbral, quien tenía mala opinión de Joaquín Sabina, se refirió a éste en su columna llamándolo decadente, y vea usted la respuesta del ubetense en unos versos memorables titulados: “A Poco Umbral”:

“Soñaba que mi nombre, con negritas, / brillaba en tu columna de El País; / entre lumis, cebrianes, / y pititas, o con Ana* (la amo) vis à vis. / Pero, al fin, mi delirio incontinente / se ha visto, a fuego fatuo, cocinado…/ ¿qué importa que me llames decadente?/ ¡Me has citado, dios mío, me has citado! / Ese adjetivo, Umbral, directamente, al umbral del parnaso me ha llevado”. Cosas de poetas. 

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