Cosas que al parecer no dan votos ni poder

Cosas que al parecer no dan votos ni poder

Desde hace tiempo el nombre de nuestro país ha estado dando tumbos por el mundo, por diversas  razones,; algunas por acciones que  se cometen de forma individual mientras otras, las más graves, con la indiferencia o complacencia de los estamentos oficiales encargados evitar acciones de tal naturaleza, pero nadie se ha hecho responsable, todos pretenden mirar hacia otro lado, ignorar lo que acontece o culpar a otros.

Hace tiempo se denunció acerca de mujeres que escogieron o se vieron compelidas a practicar la prostitución como forma de vida y que viajaron con pasaportes diplomáticos a diversos países de Europa. En muchos eventos internacionales se ha denunciado la utilización de nuestro territorio como puente para el tráfico de drogas, para el lavado, así como otras formas delictivas. No en pocos países se ha denunciado que en nuestro territorio se cometen actos que riñen con las buenas costumbres.

El nombre de nuestro país desgraciadamente ha estado viajando y atravesando fronteras de diversas formas: por la prostitución, las drogas, el lavado, la corrupción, la impunidad, alteraciones de documentos incluso en el deporte, lo que lamentablemente se ha ido incrementando, y peligrosamente está  creando una especie de colchón amortiguador para no recibir golpes al caer. Porque hay sectores importantes que no quieren bajo ninguna circunstancia sentirse   tocados por esas malas notas. Todos se quieren lavar las manos.

Como nota al margen, cabe recordar que con motivo de un viaje presidencial y una comitiva más grande que la de cualquier país rico del mundo, integrada por funcionarios y empresarios, un experto extranjero expresó, que aquello parecía  una delegación de cualquier país menos de la República Dominicana, porque la mayoría portaba pasaportes americanos o europeos.

El nuestro es un país de gente buena y trabajadora; de personas amigables y buen corazón; con sentido más que evidente de solidaridad, pero con muchos problemas y además con la mala suerte de contar con una de las peores cúpulas de poder que pueda existir en país alguno. Somos un pueblo bueno y de sentimientos sanos, aunque algunos quieran propalar la idea de lo contrario. Un país tan bueno, que muchas veces pasa por insensible, pero es que se ha cansado de tantos engaños.

Y así es nuestro país. De gente buena y trabajadora, pero con una representación dirigencial que prefiere otra credencial que aquella de la cual se nutre, se enriquece y se hace cada vez más cómplice de  gobiernos que se han olvidado de las cosas pequeñas pero de gran valor.

Han echado al zafacón del olvido las cosas que hacen grandes las naciones:  moral,  ética,  enseñanza, tradiciones, respeto por las cosas públicas para que trascienda a lo privado, honradez, sencillez,  gentileza, amabilidad, decoro, prudencia, integración familiar y una gran dosis de humildad, pero esas cosas al parecer no dan votos ni poder. Qué pena que en Roma se enteren de lo que aquí pretendemos ignorar.

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