¿Cosmética política?

¿Cosmética política?

La informática ha hecho de las suyas en todos los ámbitos de la vida de las  sociedades, y la política no podía ser la excepción.

Una de las variantes de esta ciencia de lo digital parecería de mero interés cosmético, pero ha invadido también lo conceptual, de fondo.

Si los afiches de promoción que exhiben los políticos expresan con mayor énfasis su apariencia estética, gracias a la magia de «Photoshop» y otros artificios, en el aspecto conceptual la expresión tiene una carga cosmética que desborda lo deseable.

Y mientras la realidad de la vida coloca a las sociedades ante miles de cuestiones por resolver, esta cosmética política se ocupa de exhibir de los políticos la más pulcra y acabada de las grafías, convirtiéndolos en íconos de la belleza estética, en vez de presentarlos en afanosa búsqueda de soluciones viables.

-II-

El ejercicio político en estos países nuestros, sobre todo en época de proselitismo, de caza de votos, parece haber sido atrapado por la moda de la cirugía estética que subyuga a mucha gente preocupada más por la apariencia que por la esencia.

Pero esa cosmética política no llega jamás a los conceptos y, es más, parecería que la «cirugía» que hace ver las fotos de aspirantes y candidatos como figuras de cinematografía, logra esos efectos gracias a echar en el zafacón la profundidad conceptual del discurso, de la oferta política.

Así, mientras más refinado y acicalado nos presenta al candidato la magia del «Photoshop», más desaliñado y vacío es el discurso que lo sustenta y menos sustancia tiene la oferta.

Y lo peor es que muy pocos aspirantes a cargos captan que la respuesta de los pueblos latinoamericanos en los últimos procesos electorales, haciendo escalar el poder figuras no tradicionales de la política, es sin duda una respuesta de rechazo a tanto «Photoshop», a tanta preocupación estética por la imagen y al mayúsculo descuido de lo esencial, de la sustancia de la oferta política.

-III-

Vista la realidad de este modo, basada en el marcado contraste derivado de la exagerada atención a la estética gráfica y al preocupante descuido de lo sustancial,  es previsible que los pueblos continuarán dando sus respuestas no tradicionales, descarnadas y exigentes, como lo han estado haciendo en estos tiempos en el ámbito latinoamericano.

Y es que se ha visto que los problemas sociales que afectan a las comunidades no sufren cambio positivo alguno mientras los candidatos se preocupen más por la estética gráfica que por las soluciones.

Conviene que nuestros políticos, que están afanados en estos tiempos en exhibirse en oferta para tratar de ganar el favor de los votantes, disminuyan su interés por la cosmética política que los presenta pulcros e inmaculados en los afiches, pero que no modifica el vacío, la vaguedad de sus discursos y propuestas, y mucho menos su accionar desde las posiciones de poder.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas