Cosméticos se alían con alta tecnología
en lucha contra arrugas

Cosméticos se alían con alta tecnología<BR> en lucha contra arrugas

SAN FRANCISCO, EE UU, (EFE).- Los fabricantes de cosméticos están adoptando las sofisticadas tecnologías de Silicon Valley para llevar al tocador complejas cremas contra las arrugas que reúnen lo más avanzado en farmacéutica y biotecnología.

Desde minúsculas esferas de minerales diseñadas para penetrar en la piel hasta relajantes musculares, las compañías de cremas anti arrugas no escatiman en investigaciones en busca de la codiciada fórmula que consiga vencer al tiempo.

Es este un enemigo formidable y por eso estas empresas, desde Estée Lauder hasta Freeze 24/7 o Procter & Gamble (fabricante de Olay), acuden cada vez en mayor medida a tecnologías hasta hace poco reservadas a otros campos.

Sus científicos llevaban años desarrollando productos químicos contra las arrugas, pero ahora se trata de conseguir que estas sustancias penetren en la piel, naturalmente diseñada para impedir su paso.

«Lo que estamos viendo en el mundo del cuidado de la piel es un reflejo del avance de la tecnología en farmacéutica y biotecnología», señala Karyn Grossman, dermatóloga y portavoz de Estée Lauder.

Entre los nuevos campos que hasta hace bien poco nada tenían que ver con el tocador está el de la nanotecnología, la ciencia que estudia el comportamiento de lo muy pequeño.

Se trata de manipular lo microscópico para alcanzar lo grande: la industria de los tratamientos faciales movió el año pasado 7.000 millones de dólares en EE UU, según la consultora Kline & Company, cuyos datos indican que el mercado creció a un ritmo del 6 por ciento los últimos cinco años en este país.

En el intento por conseguir la pócima mágica perecieron no pocas ideas que en su día se consideraron brillantes, como la de las microagujas que penetran en la piel para facilitar el paso de las sustancias.

Estas microagujas parecían lo ideal hasta que se descubrió que componentes no deseados como preservativos, irritantes o microbios podían penetrar también en la piel junto con los ingredientes rejuvenecedores.

De esta manera, las microagujas han sido reemplazadas por minúsculas esferas de material proteínico que disuelven las enzimas de la piel, o relajantes musculares elaborados a partir de un ingrediente que contienen las pastillas contra la ansiedad.

La industria se esfuerza en probar con estos y otros refinados ingenios que los botecitos contienen algo más que esperanza, pero para los consumidores no existen garantías de la eficacia de estas tecnologías.

El problema es que las cremas no están reguladas por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), lo que significa que el gobierno no avala su efectividad.

Por otra parte, en la mayoría de los casos los tratamientos son muy nuevos como para haber superado la prueba del tiempo, y a ello hay que añadir la ambigüedad innata de los remedios que prometen frenar el «mal» de la vejez.

Mientras su publicidad no se refiera a la prevención o tratamiento de una enfermedad, estas cremas pueden prometer el oro y el moro sin que, de momento, se lo impida la ley.

Existen múltiples recovecos por los que colarse: si un producto incluye protección solar, por ejemplo, ya puede alegar que también tiene propiedades anti envejecimiento..

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