Cotidianidad y raíces en nuestra cultura popular

Cotidianidad y raíces en nuestra cultura popular

La cultura por naturaleza es cambiante. Nuestra cultura popular es igualmente cambiante, ese cambio se mezcla con la reproducción de expresiones y manifestaciones que recrean nuestras raíces sincréticas, multiétnica y multicultural. La presencia taína, africana, española y de todas las culturas presentes en los flujos migratorios en nuestra historia se muestra en la cotidianidad.
Nuestro ritmo de vida en los campos está vinculado a los ciclos de la naturaleza como los tainos, el agua-es sagrado, las fuentes de agua generan rituales a “indios que viven en las aguas” dándole presencia a nuestros ancestros.
El sentido de la celebración en cada momento de nuestra vida es parte de nuestra herencia africana, celebramos cuando sufrimos y lloramos, la alegría, la tristeza, la vida y la muerte son motivos de fiesta.
Así como a los tainos los españoles le llamaban “vagos” así las elites de este país le llaman “vagos” a los sectores populares discriminándolos, no logran comprender la lógica fiesta-trabajo-fiesta-vida.
La mezcla de las culturas taina-africana ha estado invisible en nuestra historia y da razón a lo que somos hoy. Nuestra forma de hablar, nuestras comidas, el peso de lo colectivo y la solidaridad en la cotidianidad son una herencia de nuestros antepasados.
A pesar de que las manifestaciones mágico-religiosas y la cultura de nuestros ancestros han sido reprimidas y sancionadas todavía hoy nuestro pueblo realiza con atabales, percusión y su cuerpo las celebraciones de su religiosidad popular.
El ejemplo más claro del peso de este sincretismo mágico-religioso fue la pasada celebración en septiembre del día de San Miguel, un día en el que se produjeron múltiples manifestaciones con fiestas de palos-atabales en muchos barrios urbano-marginales de las distintas provincias.
En la actualidad hay una práctica continua de negación de nuestra identidad como se la negaron a nuestros antepasados tainos y africanos. Un país formado por migrantes desde sus inicios hasta hoy, niega sus raíces y pretende hacer una cirugía a la dominicanidad.
Las personas negras no son consideradas dominicanas, son haitianas y están expuestas a que las repatrien a un lugar que no conocen ni echaron raíces. Así como repatriaron a nuestros antepasados y los desarraigaron de sus tierras.
Hoy más que nunca debemos reconocer nuestras raíces y nuestra historia, depurando en ella las distorsiones interesadas y ocultamientos. En nuestra cultura popular esta historia tiene vida desde la práctica, aunque no se manejan los discursos identitarios por la desigualdad y exclusión en que han vivido a través de la historia los sectores pobres de nuestra sociedad.

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