Con honda preocupación hemos estado leyendo, oyendo y mirando informaciones a través de diferentes vías, en donde se asegura con vehemencia que la paciencia de la población dominicana está agotada, a causa de las medidas sanitarias tomadas por las autoridades estatales para enfrentar la pandemia del coronavirus.
Hace décadas que venimos propugnando por la implementación a nivel nacional de la Atención Primaria en Salud. Distintos gobiernos no han considerado prioritario en sus agendas la promoción de hábitos saludables, así como la prevención, detección temprana, manejo temprano y eficaz de una serie de males comunes que afectan a la población en general. De haber contado con una fuerte plataforma social de cuidados primarios otro gallo cantaría, puesto que estaríamos en muchas mejores condiciones para afrontar la covid-19.
Bien lo ha advertido la directora de la Organización Panamericana de la Salud, doctora Carissa F. Etienne, cuando dijo: “Nuestra capacidad colectiva para mantenernos al día con estas medidas tiene el poder de definir la trayectoria para este año.
Si nos mantenemos diligentes, tendremos el poder de controlar este virus; si nos relajamos, no nos equivoquemos: 2021 podría ser mucho peor que 2020”. No podemos darnos el lujo de bajar la guardia, dizque por cansancio.
Solo como dato comparativo histórico recordemos que la guerra restauradora descrita por Juan Bosch como “la página más notable de la historia dominicana” la cual comenzó el 16 de agosto de 1863 en el poblado fronterizo de Capotillo y ya para el 7 de enero de 1865 el Congreso español presentaba un proyecto de ley en el que se ordenaba a sus tropas abandonar el territorio dominicano.
Salvando las distancias comparativas podemos garantizar que si el pueblo dominicano contara en el ámbito político sanitario con líderes de la talla de Santiago Rodríguez, Benito Monción, Pedro Antonio Pimentel, Gregorio Luperón, Gaspar Polanco, José Desiderio Valverde y toda una pléyade de héroes independentistas, nadie diría que “la paciencia de la población está agotada”.
Para colmo de males notamos que las redes sociales han inundado el planeta con falsas informaciones acerca de la utilidad y peligros de las diferentes vacunas vigentes, las cuales, gracias a los avances tecnológicos, han sido elaboradas en tiempo récord jamás imaginado. Son muchas las personas que nos preguntan si sería recomendable administrarse la vacuna cuando llegue al país.
Les respondo positivamente, y les agrego que habrá que esperar a que esté disponible en cantidad suficiente para aquellos que por su condición de vulnerabilidad necesitan ser vacunados prioritariamente. Lo real es que estamos en una lista de países a recibir el producto y las farmacéuticas lo estarán despachando en un orden que lo dicta su política de mercado.
Existen varias empresas que están ofertando millones de dosis del medicamento preventivo lo que ha dado lugar a una competencia en donde la propaganda no tiene contención, a lo que se le agrega un componente político indeseable. En vez de un acuerdo internacional para distribuirse el mercado mundial racionalmente, lo que se avizora es una guerra en donde los consumidores son sometidos a la escogencia en medio de la desconfianza.
Cuando veíamos la tabla salvadora con la llegada de la vacuna resulta que la incertidumbre vuelve a inundar el ambiente.
Mientras tanto, insistamos en el uso universal de la mascarilla, el distanciamiento social, la higiene de las manos y el aislamiento en lo que llega la vacuna a todo el mundo.