Mientras el resto del mundo se movilizaba el sábado para luchar contra la pandemia de coronavirus que seguía expandiéndose por todo el planeta, China continuó aliviando las medidas de aislamiento en su región más afectada, donde el número de nuevos casos descendió notablemente.
El virus, que se detectó por primera vez en diciembre en una provincia del centro de China, se propagó exponencialmente en las últimas semanas por Oriente Medio, Europa y América del Norte, lo que llevó al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a declarar el estado de emergencia en el país el viernes.
Con la esperanza de una rápida contención, en los dos últimos días docenas de países han impuesto medidas cada vez más estrictas: desde el cierre de fronteras o la suspensión de las clases para decenas de millones de niños, a ordenar el cierre de decenas de miles de comercios.
Nueva Zelanda anunció el sábado que todos los que quieran entrar al país, incluyendo los ciudadanos neozelandeses, tendrán que auto aislarse durante 14 días, sin excepciones. Funcionarios filipinos anunciaron un toque de queda nocturno en la capital y dijeron que los millones de personas que viven en la poblada región deberían salir de casa de día para trabajar o para gestiones urgentes.
Las medidas implantadas en todo el mundo replican las adoptadas por China, que en enero tomó la inédita decisión de suspender las conexiones con varias ciudades con una población total de más de 60 millones de personas, en las que se incluía el epicentro del brote, Wuhan, la capital de la provincia de Hubei.
La propagación del COVID-19, la enfermedad causada por el coronavirus, en el país se ha ralentizado drásticamente, según la Comisión Nacional de Salud china. En lugar de los miles de nuevos pacientes reportados a diario por la comisión durante el último mes, el sábado dijo que se registraron apenas 13 nuevos muertos y 11 contagios, entre los que había personas que llegaron a China procedentes de otros países afectados como Italia. Más de 65.000 personas se han recuperado ya de la enfermedad en China.
Aunque el nuevo coronavirus puede ser letal, especialmente para ancianos y personas con otras patologías previas, la mayoría de los afectados sufren síntomas leves o moderados, como fiebre y tos. Algunos no tienen ningún síntoma y la inmensa mayoría se recuperan.
El gobierno de Hubei redujo su nivel de alerta sanitaria para todos los condados de la provincia a excepción de Wuhan, que es la única ciudad que sigue en “riesgo alto”. Varios municipios de la región están reanudando gradualmente el transporte público y reabriendo negocios. El descenso de los brotes en Asia contrasta con el aumento de los contagios en otras partes del mundo.
En Estados Unidos, que reportó su 50ma muerte por coronavirus el viernes, Trump dijo que la declaración del estado de emergencia libera hasta 50.000 millones de dólares para que los gobiernos locales y estatales respondan a la crisis. Además, el decreto permite que la Secretaría de Salud y Servicios Humanos renuncie a regulaciones federales para dar a médicos y hospitales “flexibilidad” para tratar a los pacientes.
Los casos superaron los 1.700 en Estados Unidos, donde miles de escuelas cerraron, conciertos y eventos deportivos fueron cancelados e incluso los teatros de Broadway bajaron el telón.
Trump canceló sus mítines siguiendo el ejemplo de Joe Biden y Bernie Sanders, aspirantes a la nominación presidencial del Partido Demócrata. El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo que Europa es ahora el “epicentro de la pandemia”. En un reflejo de esa realidad, República Checa anunció durante la noche el cierre de comercios, incluyendo centros comerciales, a partir del sábado por la mañana. La medida excluye a supermercados, gasolineras y farmacias.
El número de nuevos contagios en Italia se disparó el viernes en más de 2.500, y las muertes provocadas por el coronavirus subieron en 250, su mayor repunte diario. En las tres semanas desde que identificó su primer foco de infección, el país alcanzó un total de 17.600 casos confirmados con 1.266 decesos.
El gobierno ordenó una cuarentena sin precedentes que incluye el cierre de tiendas y restricciones al movimiento de las personas. Los alcaldes de muchas ciudades, incluyendo Roma y Milán, decidieron cerrar los parques públicos. Según el decreto gubernamental emitido a principios de semana, la gente podía pasea, correr o andar en bicicleta por los parques siempre y cuando mantuviesen la distancia de seguridad de un metro entre ellos.
Pero no todo el mundo cumplía la norma. Las nuevas infecciones también subieron notablemente en España, y el gobierno decretó el aislamiento obligatorio para los 60.000 habitantes de cuatro localidades catalanas desde el viernes.
En Madrid, que tiene casi 2.000 pacientes de COVID-19, muchos en residencias de ancianos, las autoridades unificaban las unidades de cuidados intensivos de hospitales públicos y privados y estudiaban el ofrecimiento de cadenas hoteleras para acoger a enfermos en sus habitaciones. Los bares, restaurantes y tiendas no esenciales estaban cerradas desde el sábado en Madrid, donde se concentran alrededor de la mitad de los contagios, y en Cataluña, en el noreste del país.
En apenas 24 horas, el número de casos confirmados se disparó también en otros lugares: Francia registró 800 más para superar los 3.600; Gran Bretaña pasó de 590 a 798 y el estado de Nueva York registró un incremento del 30% hasta 421. En África, donde los expertos advierten que la contención es clave por la precariedad de los sistemas sanitarios, seis países más reportaron infecciones.
En Sudamérica, el presidente de Colombia ordenó el cierre de su frontera con Venezuela como medida de contención. Los periodistas de The Associated Press Tim Sullivan en Minneapolis; Andrew Taylor en Washington; Karel Janicek en Praga; Nick Perry en Christchurch, Nueva Zelanda; Jim Gomez en Manila, Filipinas; Frances D’Emilio en Roma y Joseph Wilson en Madrid, contribuyeron a este despacho.