Sus síntomas podrían estar asociados, en muchos casos, a otras patologías que no estarían siendo tratadas
Una investigación sobre las evidencias científicas y estudios epidemiológicos existentes sobre el COVID persistente concluye que su alcance podría estar sobredimensionado y que sus síntomas podrían estar asociados, en muchos casos, a otras patologías que no estarían siendo tratadas.
Las conclusiones de esta revisión científica, realizada por investigadores de Dinamarca, EEUU y el Reino Unido y publicada en la revista BMJ Evidence-Based Medicine, apuntan a la necesidad de una definición más clara de qué es el COVID persistente, y de estudios de control y seguimiento de casos mejor diseñados y en escala de tiempo mayor.
Los investigadores llaman la atención sobre el hecho de que no haya un consenso entre organizaciones internacionales a la hora de definir qué es el COVID persistente, y consideran que las descripciones usadas son muy generales. Por ejemplo, la OMS considera que una persona sufre COVID prolongado cuando, 3 meses después de haberse contagiado, padece síntomas de la enfermedad y estos se mantienen más de 2 meses; mientras la agencia nacional de salud pública EEUU (CDC) se refiere a quienes tienen síntomas 4 semanas tras haber transcurrido el periodo inicial de infección.