CreaciÓn
En ARCO, Jorge Pineda triunfa

<p><strong>CreaciÓn<br/></strong>En ARCO, Jorge Pineda triunfa</p>

Exponer en Arco representa un sueño para los artistas dominicanos contemporáneos, que ya han descollado en esa feria madrileña. La obra de Jorge Pineda ha sido acogida allí con entusiasmo, de parte de los coleccionistas, de los críticos y del público

POR MARIANNE DE TOLENTINO

Las siglas ARCO se conocen  universalmente. Se refieren a la Feria Internacional de Arte Contemporáneo, que se celebra anualmente en Madrid, durante el mes de febrero. El evento ha ido adquiriendo un gran prestigio, hasta equipararse a la vecina FIAC (Foire Internationale d» Art Contemporain) en París, pero con menos exclusividad elitista.

ARCO reúne, mediante selección de expedientes, más de 200 galerías de mundo entero, con una mayoría establecida en España, pero siempre una buena proporción de extranjeras. El comité seleccionador admite las candidaturas, no solamente por las actividades realizadas anterior y usualmente, sino también por las propuestas de artistas a exponer en la feria. Cada año se dedica a un país en especial, presentándose un número importante de sus galerías y una difusión de su caudal artístico en general,

Aparte de esa inmensa exposición múltiple, se organiza una programación polivalente de muestras invitadas, coloquios, conferencias, así como una participación «asociada» en  diferentes puntos y salas de Madrid. Acuden artistas, galeristas, críticos, directores de centros culturales, coleccionistas y… decenas de millares de simples visitantes, en espera de un estremecimiento nuevo ante la contemporaneidad.

Una norma organizativa es el respeto de los plazos y fechas. En efecto la vertiente comercial – como en todas las ferias – y los recursos presupuestales estrictamente calculados no permiten posposiciones ni retrasos. Para el 30 de septiembre, los espacios están asignados.

En el l997, ARCO se dedicó a América Latina, aunque siempre hay en cada edición galerías y artistas latinoamericanos, así como caribeños. La República Dominicana ha ido teniendo una presencia creciente -particularmente con las galerías de Lyle O»Reitzel y Larrama-, y  este año, en el 2007, Jorge Pineda acaba de cosechar elogios, críticas y compras. No cabe duda de que ARCO es la feria preferida de los artistas dominicanos contemporáneos y de los críticos que les apoyan, siendo termómetro de la receptividad de un público exigente ante obras identificadas con la creación de hoy.

Ahora bien, esa técnica neoclásica, ese perfeccionismo de la factura, estigmatiza firme y sigilosamente los males sociales. Enfatiza su atención en la violencia y los abusos ejercidos sobre los niños, un modo de proceder que favorece la investigación acerca de la sociedad dominicana actual, como lo subrayó la crítica y curadora Sophie d»Ingianni.

El dominio de la forma y del espacio, Jorge Pineda lo lleva a la tercera dimensión, a las instalaciones igualmente comprometidas con la denuncia de los atentados cometidos en contra de la integridad física y moral. El artista implica en un aprovechamiento óptimo del lugar, un talento plástico polivalente: dibujo, escultura, color aún. Ese planteamiento espacial tiene por cierto una relación con el arquitecto de formación, que construye la obra, luego de un diseño riguroso. Luego de un período esencialmente ecológico en defensa de la naturaleza agredida y depredada, él ha ido dirigiendo su búsqueda hacia el tema de la niñez, culminando en aquellas figuras arrinconadas, de cara a la pared, anónimas y castigadas.

Intervienen en proceso y resultado el dibujante, que se vuelve gestual y «furibundo» -con el afro de la rebeldía-, y el escultor, que domina tanto la anatomía como la materia tradicional policromada, aparte de un despliegue espacial impresionante. Las instalaciones de Jorge Pineda causan sensación por ser obras totalizantes, sin la menor concesión de mensaje, realización y contemporaneidad, pero ampliamente accesibles y favoreciendo el diálogo interactivo con el espectador. Un ejemplo, no sólo en el ámbito nacional, sino en el exterior donde Jorge se va imponiendo.

Jorge Pineda en Madrid y en ARCO

Transcurrieron unos cinco años desde la exposición de Jorge Pineda en Casa de América en Madrid, en el proyecto «Terraza de Casa de América» junto al  viedoartista uruguayo Martín Sastre. El presentaba cinco instalaciones, que querían involucrar a la gente, sensibilizada desde esos «manifiestos» por la preservación de la naturaleza, y lo lograron. Era evidente que los árboles, quemados, talados, derribados, se leían como una metáfora de la humanidad. Tanto el compromiso ideológico como la ejecución de las obras, muy comentadas, sobresalían.

En el 2006, Jorge Pineda otra vez expuso individualmente en Madrid, en la conocida Galería Raquel Ponce. El suplemento cultural del periódico ABC le dedicó portada y páginas interiores, una distinción que el artista acogió a la vez con alegría y sorprendente modestia. Ese interés de la prensa le permitió también expresar su convicción: «Trato de subrayar la condición social porque uno viene definido por sus referentes y las condiciones que lo rodean». Jamás su obra se detiene en la superficie y la preocupación por seducir. Posteriormente, el ABC volvió a destacar y distinguir a Jorge Pineda como un artista de excepción.

La invitación y presentación en ARCO, de parte de la Galería Raquel Ponce, continúa los éxitos, y Jorge se encuentra en un período decisivo de su carrera. El expone dibujos -con un políptico impactante- en blanco y negro y una instalación de la serie de los adolescentes, cuya ira -hoy impotente ¿pero mañana…?- se lee entre la rabia del afro y la postura acosada.

De nuevo, Jorge Pineda acaba de aunar las atenciones de la prensa cultural, del público y de los coleccionistas. El camino del porvenir está abierto de par en par, y sabemos que este artista reputado, trabajador y consciente, investigando permanentemente y cuestionándose, seguirá adelante en España… y en otros países del mundo.

Perfil

Cuando Jorge Pineda ganó en dibujo el premio del Concurso E. León Jimenes, en el 2002, expresamos lo siguiente: «Nadie podía ignorar esa imagen exquisita, que se situaba entre un realismo perfecto y un surrealismo crítico muy personal. Sencillamente, ejecutada a lápiz sobre papel, despliega la seguridad absoluta del dibujo, cargado de claridad, matices y sombra. Una combinación de virtuosidad, potencia y refinamiento, él lleva la realidad más allá de la realidad.» Esas cualidades no han variado: Jorge sigue trabajando en blanco y negro sobre papel un dibujo, absolutamente puro, su maestría en el género permitiéndole exaltar la vertiente fantástica de una (sur) realidad muy personal.

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