Creación
“El otro Silvano”, un gran  homenaje

<STRONG>Creación<BR></STRONG>“El otro Silvano”, un gran  homenaje

Aparentemente es una pequeña muestra de quince cuadros. De hecho, tiene mucha fuerza y se vincula estrechamente a las afinidades y preocupaciones profundas de Silvano Lora, a quien encontramos situado, presente, definido.

Las dos salas principales de la Embajada de Francia exponen, en un montaje sencillo y directo, sobre los muros pedregosos, parte de la colección Ramia Gúzman: no cabe duda de que las obras se caracterizan por tanto alcance y elocuencia que, tal como se concibió, deben dialogar  con el espectador –y lo hacen– sin la intervención de una escenografía. “Todo Silvano” se concentra allí, y varias pinturas se exhiben por primera vez.

“El otro Silvano”. Silvano Lora manejó y cultivó magistralmente las más diversas técnicas pictóricas, desde el gouache y la acuarela hasta obras de caballete y murales, instrumentados con pigmentos mixtos y combinaciones matéricas. Ahora bien, es probablemente el artista dominicano que más ha trabajado ensamblaje y elementos extrapictóricos, que más ha conjugado en un mismo soporte tela, papel, cartón, soga, alambre, cuando no le agregó objetos de verdad, metaforizando la intención expresiva.

En esta exposición, cuidadosamente seleccionada, se impone el collage, superponiendo espesores y texturas, variaciones cromáticas y áreas lisas, componentes ópticos, orgánicos y geométricos. En algunos cuadros no faltan, reducidos a dos dimensiones, los objetos, ocupando el espacio –así la “Silla” o la “Escalera en el paisaje”–, los fragmentos bélicos y la lata de sardinas, las garras y las cabezas aguileñas, las calaveras y las dentaduras, los artefactos no identificables, pero sugerentes, en fin, aquel mundo “silvanesco” inconfundible, entre peligros, agresiones y amenazas… A la vez que no hay nada inocente o inofensivo, percibimos aquí una imaginación apenas contenible, una energía creadora, un humor a menudo rechinante, una fantasía próxima a la fantasmagoría… todo se concibe, se conforma, se modula, se carga, se resuelve en conjunto insólito y esperado, obra por obra. Percibimos el gesto, la pasión… y el juego.

En su presentación, José Ramia Guzmán subraya que hay “El otro Silvano”, lúdico, “el  que no siempre utilizaba el arte como “arma de combate” y “de cuando en vez trabajaba sólo por diversión, dejándonos obras libres de cualquier tipo de pretensión. Uno distinto y a la vez igual al de siempre”. La observación, más que plausible, es muy justa, pero ese Silvano Lora, dueño de una creatividad desbordante e increíble,  en su producción plástica no se divertía gratuita o caprichosamente. ¡La primera o la segunda intención, el mensaje, era algo irresistible!

Un lugar bien escogido. ¡Que esta exposición se presente en la galería de la Embajada de Francia tiene plena justificación! Si lo pensamos bien, Francia fue para Silvano Lora una segunda patria, con todo el afecto y las controversias que ese sentir entrañaba en momentos de conflictos. Su primera individual se presentó en la Alianza Francesa de Santo Domingo, y el artista pasó años en París, estudiando y enseñando, trabajando y exponiendo, partiendo de ahí hacia otros destinos y volviendo siempre.

Su compromiso con Mayo 68  le obligó a alejarse, pero pronto retornó en viajes frecuentes. Allí él contaba con muchos amigos, intelectuales, artistas y críticos –entre estos Pierre Restany, mentor del Nuevo Realismo, y Raoul-Jean Moulin, famoso escritor de arte–. En el período último de su vida, fue consejero cultural de la Embajada Dominicana en Francia. En fin, sus nexos franceses fueron muchos y de gran significación.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas