CREACIÓN
La creatividad  del arte dominicano

<STRONG>CREACIÓN <BR></STRONG>La creatividad  del arte dominicano

 II de II
Un concurso no es abstracto, y quien mira sus resultados no puede caer en un defecto que objetamos en este XXIII Concurso E. León Jimenes, la preeminencia de los conceptos como norma de apreciación.

Luego de reflexionar acerca de las bases y contestarlas en sus procedimientos, luego de cuestionar fuertemente una representatividad de la creación dominicana contemporánea en este conjunto presentado, una evaluación concreta e individual se impone: las producciones respectivas de los artistas.

En cuanto a algunos de mayor trayectoria, tenemos el sentimiento de una repetición -o de una variación apocada- de obras que ya conocemos. Respecto a los talentos emergentes, probablemente nos logren convencer en próximos trabajo. Ahora bien, tampoco es un juicio indiscriminadamente negativo: hay obras sobresalientes, y todas las expuestas se caracterizan por una realización esmerada. En este sentido, el conjunto posee una incuestionable coherencia cualitativa.

Los premios, en un concurso, casi siempre son materia de desacuerdos. Aquí, en nuestra opinión, los tres grandes premios se justifican y, curiosamente, encabezan la exposición, si empezamos el circuito por el vestíbulo y la cerámica de Natalia Ortega: una pieza hermosa y emotiva, procesada con sinceridad, acorde con las preocupaciones ecológicas de hoy, traduciendo amor por la tierra y la naturaleza. Sofistica la rusticidad del barro y revierte su esterilidad, volviéndolo terreno fértil y frágil. Felizmente, estará en las mejores condiciones de mantenimiento. La premiación de Johnny Bonnelly, obra también fuera del salón, motiva una enorme satisfacción, sobre todo tratándose de un artista muy especial que ha sufrido injusticias. Él expresa su incorregible sentido del humor en esta “Helicopcity”,  blanca y blanqueadora, a la vez crítica, lúdica… ¡y asombroso reciclaje! Otrora hubieran hablado de una arquitectura utópica. No dejamos de pensar en Dubai y en minaretes…

Desde que entramos a la sala, nos reciben los polípticos de Mónica Ferreras, maravilloso juego de paciencia en dos composiciones irresistibles. Al fin, esta artista, tan sensible como racional, ha triunfado y realizado obras que reflejan su personalidad. Nos sumerge en el agua, casi nos ahoga visualmente, pues ¿cómo escapar a estas 108 teselas, todas distintas e hipnóticas?   Una beca en México fue atribuida a David Pérez, que bien hubiera merecido un gran premio por su conmovedor video, la obra más comprometida y rica en mensaje: el andar de un dominicano ciego cargando a una haitiana sin piernas, ¡apoyo mutuo de dos discapacitados, ¡y cuántas connotaciones! Sobraron su colección de dibujos y aun su simpática sátira-performance. El video solo, con otra presentación, era formidable.

La beca francesa, atribuida a Gustavo Peña, le va a permitir acordar más su pintura con sus interesantes intenciones. Recuerda a David Hockney y sus piscinas, pero técnicamente resulta muy difícil traducir los efectos acuáticos de fragmentación corporal. Mirando la “Guardarropa” de Raquel Paiewonsky, más legible como despliegue de fantasías que como protesta social y femenina –una obra no debe necesitar explicaciones–, recordamos nostálgicamente su Premio 2008, advertencia tan estúpidamente interpretada.

Pascal Meccariello repite, aunque con mayor amplitud y virtuosismo, su procesamiento de imágenes, coronado en la Bienal y unas metamorfosis informáticas, premiadas en E. León Jimenes en otras dimensiones: aunque impecables, no corresponden a su potencial creativo.

Haríamos una observación similar, respecto a Gerard Ellis –que merecía un premio en el concurso anterior–. Hoy, su pintura nos parece más debil, y su magnífico dibujo cede –voluntariamente– ante una excesiva iconografía infantil. Hulda Guzmán presenta dos paisajes, gigantescas ilustraciones más que pinturas, combinando realismo, orientalismo e ingenuidad, con un guiñar de ojo al Bosco.   ¡Ella ha tenido mucha suerte en la Bienal Nacional y ahora en el E. León Jimenes!

 Finalmente, Sayurí Guzmán es, sin dudas, la gran revelación y futuro del performance dominicano, en pocos años: su excelente “Remando en una lágrima”, comprometido, social, inteligente, no puede apreciarse completamente si prescinde del video preparatorio.

…Ahora una pregunta crucial. ¿Cómo será el XXIV Concurso E. León Jimenes en el 2012?

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