Creación
Geneviève Laget muestra
“Luz y color de las Antillas”

<P><STRONG>Creación<BR></STRONG>Geneviève Laget muestra<BR>“Luz y color de las Antillas”</P>

MARIANE DE TOLENTINO 
 Aparentemente la pintura de Geneviève Laget, oriunda de Francia, se disfruta fácilmente, ofreciendo una imagen radiante del trópico y, por tanto, no debería plantear preguntas. Sin embargo ella nos deja inquietudes.

Sorprenderá la seducción de una artista francesa por paisajes que son exóticos para ella, si consideramos los orígenes de la autora. Sin embargo, esa elección ha sido frecuente en el sentir y en la vida, desde los pintores viajeros del siglo XIX en América Latina y Paul Gauguin, enamorado del trópico y su gente de los mares sureños.

 Más cerca de nosotros, en Santo Domingo, está el pintor catalán José Gausachs, cuyo genio incomparable surgió del encuentro con la tierra dominicana, que ha plasmado de manera singular, mujeres y naturaleza sobre todo.

Geneviève Laget ha sido cautivada por  los encantos de las mágicas islas antillanas y su mar, volviéndolas  paisajismo apasionado.  Mirando sus cuadros, pensamos en la propuesta de Pierre Francastel, tal vez el más importante teórico del impresionismo: “El impresionismo tiene afinidades y diferencias  con momentos del pasado, él encuentra su fuente en el presente, en la práctica del arte y no en una meditación abstracta y una dosificación de simpatías y antipatías. (…) Es justamente un llamado y un ejemplo de toma de contacto directo con la vida”.

La pintura de Geneviève Laget coincide con los postulados del ensayista:  afinidades y diferencias con el pasado, inspiración en el presente, práctica del arte, toma de contacto directo con la vida, aquí los espectáculos naturales caribeños.

De estos paisajes, oriundos de distintas islas, se desprenden armonía y equilibrio, sea la composición  simétrica o asimétrica, salvo en el caso de las marinas y sus aguas tumultuosas. Son las pinturas más realistas y sin embargo evocadoras de la abstracción. Este “tsunami” pictórico confronta la violencia de alta mar con la ira de las nubosidades y recuerda el espíritu de las tintas de Víctor Hugo, las estampas de Hokusai, sus olas de un agudo romanticismo.

El mar se aplaca llegando a la tierra, y entonces Geneviève Laget expresa la quietud, si no la suavidad de las orillas, “apastelando” los tonos, exaltando  la transparencia del agua que muere sobre la playa, dejando entrever el  terreno arenoso. La pintora matiza los azules, interactivos entre mar y cielo: ultramar, esmeralda, cobalto, trémulas claridades casi iridiscentes…

Nocturnidad y crepúsculo ambientan las marinas. Las llanuras, los valles, las ondulaciones y flancos montañosos son diurnos y veraniegos.  Los accidentes del paisaje antillano se convierten en variaciones cromáticas donde un sol, prácticamente aureo, nutre, glorifica y somete la vegetación. Lozanía, grandiosidad, delicadeza, alternan y se mezclan en esta “naturaleza viva”.

Ahora bien,  una pintura ordenada, distribuida en planos, se adueña de la distancia y no rechaza una geometría subyacente. Geneviève Laget reinventa las palmas, árbol emblemático de la región, con  ligereza y energía, como si fueran florescencias gigantes. Hay una impronta de paraíso reencontrado…

Nos referimos a los azules, pero la paleta de Geneviève maneja igualmente la gama de los amarillos y de los verdes… Y no podía faltar el rubor de los flamboyanes. Obviamente, las casitas, “cases” o bohíos, interesan menos a la  pintora, que a veces  las coloca en el paisaje cuales hongos gigantes. Es una visión del hábitat campesino inmerso en el paisaje.

En pocas palabras, con “Luz y color de las  Antillas”, el Centro Abreu quiere atraer a un público amplio, que disfruta los valores tradicionales, si no perennes, de la pintura.

Zoom

Autonomía

Creadora

¿Cómo explicar que en el inicio del tercer milenio, artistas de hoy todavía pinten paisajes más cercanos a una definición impresionista que a la libertad creativa de su tiempo?  Será justamente un asunto de libertad. Un artista tiene derecho a expresarse según lo que quiere mostrar, según sus ideas, sus preferencias,  sus emociones. Él reivindica el derecho de cultivar determinadas corrientes, aunque se sitúen en estilos anteriores de la pintura. Así, Geneviève Laget ha asumido su propia autonomía creadora.

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