Nos consta que la atribución de los Premios de la Crítica es un evento que se valora por sus requisitos cualitativos y la proyección pública del pensamiento crítico nacional, cuando el conjunto colegiado de expertos en artes visuales otorga esos galardones. Significa la culminación de un proceso de evaluación, reflexión y consulta, básicamente a nivel de la directiva, finalmente ratificado por el pleno de la asamblea que elige a los ganadores.

Esta premiación se ha celebrado anual y ritualmente en Santo Domingo desde la incorporación legal de la agrupación, distinguiendo a instituciones, manifestaciones y personalidades sobresalientes el año anterior.

La cimera Asociación Internacional de Críticos de Arte, de la cual la dominicana es una sección como las demás asociaciones nacionales, considera esa premiación como una de las actividades principales de los núcleos asociados.

 A menudo no se conceden más de tres premios, pero la ADCA siempre lo ha considerado un número insuficiente que no permitía abarcar la diversidad profesional artística y, con un entusiasmo creciente, llegó a atribuir hasta 15 galardones, entre reconocimientos, eventos especiales y la adjudicación de premios entre los finalistas o nominados en distintas categorías. Esa feria y euforia de honores felizmente se ha templado, y con toda probabilidad no volverá a excederse…

La premiación. Otro hecho positivo consiste en la fecha adelantada del escrutinio. Llegaba a celebrarse en los meses finales… cuando ya los logros del año anterior, salvo pocas excepciones, se habían esfumado de los recuerdos concretos, en una suerte de abstracción valorativa. En el 2013, la entrega de los premios se ha realizado a finales del primer semestre, y se piensa adelantar aun más esa ceremonia, iniciándose el proceso de selección en los primeros meses del 2014.

Esta premiación tiene un valor extraordinario, ya que prescinde de recompensas materiales -¡no hay probablemente una asociación más pobre que la  de los críticos de arte!-, descansa en el privilegio de elecciones democráticas y no por jurados “ad hoc”, representa una distinción de índole intelectual y un prestigio conferido por especialistas y teóricos del arte.

Debemos preservar esta posición… aun mejorarla y hacerla incuestionable, aunque la apreciación de los hechos artísticos frecuentemente coloca lo subjetivo por encima de lo objetivo, lo personal por encima de lo racional. Solamente una ínfima minoría de críticos participa activa y directamente en la totalidad, sino en la mayoría, aun en parte, de las manifestaciones de arte. Lógicamente, se prepara una lista de elegibles para cada categoría, de la cual se sacarán varios nominados después de  debates entre los miembros de la directiva ampliada  que asistan. El problema radica en la morosidad de las candidaturas, que deberían mandar y sustanciar sus propuestas con testimonios visuales, pues, aun con una labor muy seria, es un reto anotar y ponderar cientos de actividades y personalidades meritorias: ¡la memoria puede fallar!

Finalmente, los ganadores surgen del voto de la asamblea general a la mayoría simple. Algo inobjetable si asistieran la casi totalidad de los críticos. En la práctica, a menudo por buenas razones, una fracción importante está ausente: evidentemente no hay consenso, y los resultados pueden arrojar sorpresas.

 Evitemos hablar de disgustos o injusticias. La solución futura será, como lo hace nuestra Asociación  de Museos (ICOM), contabilizar los votos por vía digital, cuando el crítico no pueda asistir.

Hacia el futuro.  En el curso de una hermosísima ceremonia, se anunciaron en pantalla nominados y ganadores de las diferentes categorías. Entidades y talentos jóvenes sobresalieron, evitando la premiación dos años consecutivos y asegurando el relevo. La fotografía se destacó. Algo muy positivo, pero el estímulo y el reconocimiento no siempre son lo mismo.

La ADCA, ágil e inquieta, habrá de instrumentar algunos avances y recomendaciones para que los Premios de la Crítica alcancen resultados indiscutibles.