El Concurso de Pintura, organizado y presentado por Casa de Teatro, en su edición 2009 demuestra resultados muy positivos, que no solamente corresponden al entusiasmo y a la vocación de los participantes, sino que renuevan las esperanzas y la fe en el futuro del arte dominicano.
Doscientas obras fueron entregadas, una cantidad considerable cuando los autores deben por reglamento tener menos de 35 años. Tres premios y cinco menciones se otorgaron. Veinte obras están expuestas. La selección y premiación estuvieron a cargo de un solo jurado, integrado por Jeannette Miller, Tony Capellán y quien escribe. No surgen aquí cuestionamientos como en otros certámenes: es un reconocimiento a la vitalidad de la pintura sin toma de posición preconcebida, y un modelo de apoyo a los jóvenes talentos patrocina el Banco Popular. Se agradece, como siempre, a Freddy Ginebra, el duende mayor de Casa de Teatro, a costa de cualquier sacrificio. ¡Bienvenida esta locura!
Observamos que la pintura de la nueva generación, distanciándose aquí de toda técnica mecanizada y digital, mantiene formalmente el gesto, la pasta, el pincel, a la vez que mensaje y contenido suelen proponer un compromiso con los temas y las preocupaciones de la época, pero sin radicalidad. Que la tela se pueble de figuras, abstracciones o mezcla de ambas, la seriedad del oficio es un denominador común, al igual que la diversidad de expresiones, herederas de la tradición moderna o ya formulaciones más audaces, optando por la contemporaneidad. Dos corrientes pues: pintura-pintura o pintura ampliada en sus elementos y materiales.
Premios y menciones. El indiscutible primer premio, Cuidado con el ángel II, atribuido a Manuel Contreras, puede considerarse una esculto-pintura, asimilando la tercera dimensión, el collage y el objeto a la perfección. La violencia del gesto se contrapuntea por la construcción rigurosa del cuadro y la composición del espacio. Se siente la admiración por Juan Mayí, y la única discusión ¡escuchada en el público! concierne a la elección de esta obra o de la otra expuesta, pictóricamente contundente en el tratamiento del negro. Manuel Contreras, mucho más que una apuesta, ya se define como fuerza y temperamento. Una observación similar concierne a las dos telas de Américo Jiménez, segundo premio. El galardonado Pez nocturno 1 podría casi conformar un díptico con el segundo Buen color austero y generoso, dominio de los matices y consistencia del pigmento instrumentan esta simbiosis de abstracción y figuración, obra abierta a una doble y cuidadosa lectura.
José Ramia, tercer premio, somete dos pinturas impresionantes, pero Paciencia dominicana, cuyo amarillo ilumina el entorno, merece su distinción. Las obras, a la vez dramáticas y lúdicas, pertenecen a la figuración libre, evocan las imágenes del comics. Cinco menciones fueron atribuidas a Andrés Toribio, Imgard Becker, Elsa Cáceres, Vira Salcedo y Manus. Una elección inobjetable, decidida por consenso, aparte de que se podría apreciar a todas las obras expuestas.
El tríptico A casa llena de Vira Salcedo, más dibujo que pintura, hormigueante de cuerpos, erótico y humorístico, es una delicia. El Instrumento letal de Andrés Toribio sobresale por su minimalismo, composición y alusión fatal, mientras Manus en Cuatro días después del infortunio cuelga osadamente una camisa sobre las secuelas del desastre. Las verdades discretas de Elsa Cáceres y Communis avis in terris de Irmgard Becker nos conmueven por el fervor del pincel y del mensaje.
Queda insistir para que visiten la exposición, estimulando así a estos jóvenes valores.
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Un libro magnífico
Gracias a Freddy Ginebra ideólogo y editor, a la Compañía AES patrocinador y a Orlando Isaac diseñador, se ha producido el libro Arte dominicano joven, márgenes, género, interacciones y nuevos territorios, con cinco ensayos y decenas de fotografías.
Se trata de arte joven en el sentido de arte nuevo, y amerita las más cálidas felicitaciones. Una primicia en su categoría.