Crecimiento de la economía

Crecimiento de la economía

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
En medio del fragor de los últimos días de la campaña electoral, que finalizó con la celebración de las elecciones del pasado martes, las autoridades del Banco Central anunciaron al país las cifras de un crecimiento espectacular de la economía, de forma que se ha mantenido lo que se comenzó a registrar desde el pasado mes de julio, cuando hubo cifras favorables de crecimiento del PIB superiores al 10 y al 12%.

Ese anuncio tan impactante de la mejoría de la economía, en tan sólo unos 21 meses de la actual administración, obligó a Enrique Iglesias, por muchos años presidente del BID, a sentenciar que con el comportamiento de nuestra economía había que tirar al zafacón los textos de economía, debido a que nadie imaginaba que un equipo de hombres y mujeres, tan dedicados, rescatarían la economía dominicana, después del descalabro de los primeros cuatro años del siglo XXI. En ese período, el crecimiento del PIB fue negativo, las reservas de divisas desaparecieron y el peso sufrió su peor devaluación cercana al 60 por 1 en medio de la desesperación del país, agobiado por la inflación y una deplorable administración política arropada por el narcotráfico, los contrabandos, la corrupción, los préstamos y sus comisiones y un afán obsesivo y enfermizo por perpetuarse en el poder.

Ese repunte de la economía después de las serias dificultades heredadas por la presente administración en agosto del 2004, constituyen un motivo de gran satisfacción para las autoridades del Banco Central y otras dependencias oficiales, que asumieron su gran responsabilidad de manera tal que el Fondo Monetario Internacional, tan exigente y vertical en el cumplimiento de sus requisitos, aceptó en todas sus partes la carta de intención que recientemente le fuera sometida por las autoridades dominicanas. De esa manera el FMI autorizó un nuevo desembolso de más de $150 millones de dólares, se aceptaron las peticiones dominicanas, algo muy raro en el accionar de esa institución, acostumbrada a exprimir y ahogar a las economías de los países pobres, en descalabro por sus malas administraciones y conducencias financieras deficientes. Con la economía dominicana ha ocurrido algo distinto, al experimentar una recuperación tan notable que se reflejó en el gasto alegre de la campaña política recién finalizada, donde el derroche de dinero de los candidatos sólo podía justificarse que la economía atravesaba un período de expansión y consolidación.

Tan espectacular crecimiento del PIB, en los primeros tres meses del 2006 y en los pasados seis meses del pasado año, motivó un editorial del periódico HOY del pasado sábado 13, que titulado “Inequidad”, expresaba el sentir del común de los dominicanos, que frente a tan notables cifras de crecimiento, todavía persisten tantas desigualdades y la pobreza se mantenía sólida, apartando a millares de dominicanos de la prosperidad que decían las cifras de la macro economía. Ocurre que los políticos tienen amarrada la economía, pese al esfuerzo de tan notables dominicanos, que en el Banco Central han trabajado para sacar al país del hoyo, donde fuera sumergido en los primeros cuatro años del siglo XXI por la administración perredeísta. En la administración se tropieza que los políticos convertidos en funcionarios llegan a los cargos con un gran celo partidario y se transforman en la retranca para acelerar los proyectos de ataque a la pobreza. Todo por que muchos buscan los beneficios derivados de esos desempeños burocráticos.

Y el gran meollo del desfase, entre una mejoría de la economía que por un lado permitió un derroche de recursos en la campaña electoral finalizada, son los escollos que padece la sociedad ante una maquinaria burocrática celosa de sus posiciones que las protegen por los beneficios que reciben. El reciente caso de un extranjero, que ha donado grandes sumas de dinero para ayudar a los pobres, se le quiso chantajear en base a cobrarle impuestos exagerados, cuando trajo una pieza para reparar su yate y algún funcionario creyó que esa era su oportunidad para resolver sus problemas, pero gracias al correcto y eficiente director de Aduanas, se rescató el buen nombre del país, ya de por si maltrecho en el sentir continental acerca de lo maleado que es nuestra burocracia y su apego por la coima.

El notable trabajo de saneamiento y recuperación económica, que ha realizado el Banco Central, junto a otros departamentos oficiales, tropieza con una maquinaria burocrática absoleta y con otras ilusiones, que este periódico, en su editorial ya comentado el pasado día 13, destacó la gran inequidad de que no existe un efecto horizontal que cubra con esa sombrilla de bienestar a los sectores más pobres de la Nación. Todo se debe a que hay un estamento de la maquinaria burocrática estatal que se ha quedado muy atrás en la responsabilidad de equilibrar y armonizar ese crecimiento con las necesidades de los más pobres por buscar los beneficios que se derivan del disfrute de los cargos.

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