Crecimiento del PIB y de la deuda

Crecimiento del PIB y de la deuda

Si extraño fue la exclusiva de resultados del 2011 que dieron las autoridades monetarias a un medio impreso, sorprendentes fueron algunas afirmaciones. Dijeron que no hay evidencias empíricas ni teorías que avalen causalidad entre crecimiento y endeudamiento público total, incluyendo la deuda del Banco Central, cuando lo cierto es que desde hace tiempo eso está claramente establecido en la literatura especializada.

Sorprendió que, no obstante la tendencia a la autocrítica de las autoridades financieras mundiales por la desaceleración económica, la nuestra se mantenga defendiéndose y justificándose.

No fue feliz el calificativo de satisfactorio del lento crecimiento de 4.5% del 2011, ocultando que estuvo acompañado de un déficit histórico del presupuesto por RD$61,000 millones. Fue inaceptable que trataran de encubrir la fuerte caída en el crecimiento, comparado con el 7.8% del 2010 y el promedio anual de 7.5% del periodo 2005-2010.

Nunca debieron tratar de maquillar la realidad, porque los resultados que manejan los agentes económicos evidencian el fracaso de la política económica. Además, ninguna autoridad puede negar el aumento de la cantidad de pobres y de indigentes, de 2,530,754 y 927,316 personas en octubre del 2003, a 3,377,126 y 1,045,610 personas al final del 2011.

Tampoco que el aumento de la pobreza y de la indigencia se relaciona con el mal uso que dieron a los préstamos, no se crearon plazas de trabajo productivas, se usaron para aumentar el consumo, que como porcentaje del PIB promedio 93 por ciento en los últimos cinco años, superior al 73.2% para América Latina y 70.2 por ciento de los Estados Unidos.  

El derroche de los peledeístas en el periodo 2008-2010 queda evidenciado con los siguientes cálculos. El déficit acumulado del presupuesto de RD$215,638 millones, que se convirtió en deuda, equivalente a 67% de la suma del valor agregado de los sectores agricultura, industria local, zonas francas, construcción y todos los servicios en el 2010, de haberse invertido eficientemente hubiese generado un crecimiento adicional de 4.7 puntos porcentuales considerando el rendimiento de los bonos soberanos (7% por 0.67%) ó 6.7 puntos porcentuales tomando en cuenta el rendimiento de los activos privados (10 por ciento por 0.67%).

En vez de 21.1 por ciento el crecimiento acumulado hubiese sido de 25.8 por ciento ó 27.8 por ciento en el periodo 2008-2011. La diferencia entre lo que pudo ser y el crecimiento reportado, representa el costo  en término de producto real de los endeudamientos improductivos de los pele deístas, el modelo que defienden las autoridades monetarias.

Como el crecimiento no fue sano, el ahorro nacional no aumentó, declinando el cociente inversión bruta/PIB, que de 20.2% en el 2005 pasó a 18 por ciento en el 2010. Si a éste indicador restamos la importación neta de capital, que incluye el financiamiento del déficit acumulado, llegamos al ahorro nacional, que se redujo de 11.7% a 7% del PIB de 2005 a 2010.

Es decir, no hay que hacer estudios rigurosos para demostrar que la deuda, el ahorro externo, financió el aumento del consumo que sustentó el crecimiento ficticio durante los gobiernos peledeístas. Ese modelo no puede ser defendido por autoridades que en todo momento deben exhibir independencia.

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