El Banco Central de la República Dominicana acaba de dar a conocer los resultados del desempeño económico de la nación correspondiente al año 2014 que recién termina.
En el informe presentado por el titular del referido banco, se señala que el Producto Interno Bruto del país creció un 7.1% en el período enero-diciembre 2014. Ese dato, aunque es positivo y plausible, despierta una serie de inquietudes en el ciudadano promedio, que no le permiten valorar en su justa dimensión esa evolución creciente de nuestra macroeconomía, pues en términos reales, la mayoría de dominicanos no percibe ese crecimiento económico en sus finanzas personales de forma directa.
Al descomponer el crecimiento económico por sectores, nos encontramos que áreas importantes y sensibles para agregar valor a la micro-economía dominicana, no presentan niveles de crecimiento con la dimensión necesaria para impactar en los índices de desarrollo humano, a decir, salud, educación y bienestar social. Por ejemplo, un sector intenso en demanda de mano de obra como la agropecuaria, tan sólo creció 5.2%, esto a pesar de los aportes sin precedentes que ha estado haciendo el presidente Medina al campo dominicano.
En el informe del Banco Central se observan que el sector minero, con una incidencia en la creación de empleos prácticamente insignificante, creció por encima del 20%, mientras la manufactura tan sólo presentó un crecimiento de 5%.
Una economía en constante crecimiento, por lo general será objeto de loas, sin embargo esas pleitesías son insostenibles si no son integrados los ciudadanos al disfrute pleno de esas cifras.
Invertir y hacer crecer la agropecuaria, la construcción masiva de viviendas y las micros, pequeñas y medianas empresas son algunas de las medidas que pudieran horizontalizar el beneficio del crecimiento económico, pues la economía debe estar al servicio de la gente.