Crecimiento económico Estados Unidos cimentado sobre arena

Crecimiento económico Estados Unidos cimentado sobre arena

Con doce semanas en su presidencia, cuando la Gran Recesión estuvo en su momento más oscuro y él aún era la encarnación de la esperanza, Barack Obama dio un discurso sobre reconstruir y reequilibrar la economía de Estados Unidos. En el modo bíblico, que le conviene muy bien, Obama mencionó una parábola del Sermón de la Montaña acerca del hombre insensato que construye su casa sobre arena y el hombre sabio que construye su casa sobre roca.

 “No podemos reconstruir esta economía sobre la misma pila de arena”, dijo Obama. “Debemos construir nuestra casa sobre una roca. Debemos construir una nueva base para el crecimiento y la prosperidad, un cimiento que nos llevará desde una era de pedir prestado y gastar a una donde podamos ahorrar e invertir; donde podamos consumir menos en casa y enviar más exportaciones al exterior”.

Cuatro años más tarde, ese reequilibrio se ha estancado; Estados Unidos está construyendo otra vez, pero sobre una base de arena. Es deprimente considerarlo, pero sobre su camino actual EEUU se dirige de vuelta a la misma estructura económica que antes de la recesión: guiado por el consumo y las decadentes importaciones. Estos son los primeros pasos de avance hacia una futura crisis.

En el 2009, Obama estuvo hablando de un consenso sobre cómo Estados Unidos podría reequilibrarse. El porcentaje de exportación debía aumentar, mientras que el consumo, las importaciones y el sector inmobiliario debían bajar. En términos de balances financieros, los ahorros familiares y gubernamentales se necesita que incrementen y que los ahorros corporativos bajen. En cuanto a los ingresos, el sector laboral debería ganar más en relación al capital, y eso debería ser distribuido de manera más uniforme.

Con un mejor equilibrio de la demanda, la economía debería ser menos vulnerable a las crisis, menos propensa a las acumulaciones de deuda, y más capaz de crecer a causa de una inversión más alta. Por un año o dos esto parecía prometedor, pero el reequilibrio se detuvo.

Comience con el comercio. El déficit de cuenta corriente bajó hasta 2.5% del producto interno bruto en el 2009, pero luego se atascó.

El objetivo del 2010 de Obama de duplicar las exportaciones en cinco años  parece  un sueño imposible. A medida que EEUU se recupera y las economías emergentes se calman, el déficit de cuenta corriente parece probable que se amplíe.

La tasa de ahorros personales cuenta una historia similar. A raíz de la crisis dicha tasa saltó desde un 3% de ingresos hasta un 6%, pero desde entonces se ha desplazado nuevamente hasta cerca de un 4%. El ahorro corporativo, todo ese efectivo en balances generales corporativos, sigue siendo alto aunque el sector público lucha por reducir su déficit.

El porcentaje de ingreso nacional del sector laboral se ha estabilizado cerca de un 59% del PIB; este era de un 62% antes de la recesión. Los ingresos medios de las familias son más bajos que antes de la recesión a medida que aumenta la desigualdad.

Lo peor de todo, es que la inversión privada permanece por debajo incluso de su porcentaje a largo plazo de la producción nacional, mientras la inversión pública llegó a su punto más alto con el estímulo en el 2010 y ha estado bajando desde entonces.

Hay uno o dos puntos positivos. El más positivo es el surgimiento del petróleo de esquisto, apoyando el comercio y la inversión; mientras las nuevas regulaciones financieras podrían limitar las posibilidades de una acumulación del crédito y así motivar una tasa de ahorros más alta. Pero esta no es una economía equilibrada.

Los legisladores no pueden prescribir el equilibrio de la economía, pero aún hay mucho que podrían hacer para reconstruir la recuperación de EEUU sobre bases más firmes.

El primer paso y el más obvio, es reformar las agencias financieras inmobiliarias Fannie Mae y Freddie Mac. Notablemente, dado su rol en la crisis, no ha habido un cambio legal con el fin de reducir el subsidio artificial que ellos ponen en el mercado hipotecario. Mientras más tiempo pasa, más difícil se vuelve ese cambio.

En el caso de que inicie, o mejor dicho, cuando inicie el déficit de cuenta corriente, Obama debería tomar en cuenta a cualquier país que manipule su moneda frente al dólar. Muchos mercados emergentes, incluyendo a China, mientras luchan con su propio reequilibrio, pueden ser tentados en el próximo par de años. Estados Unidos debe resistir ir por ese camino otra vez.

El elemento más importante de una economía mejor balanceada es la inversión, tanto pública como privada. Eso significa encontrar una forma de parar la locura macroeconómica de recortes de secuestro para la inversión en investigación científica, educación e infraestructura.

No sólo ellos filtran la demanda a corto plazo para la economía, sino que también activamente reducen las cosas que EEUU necesita más, en retorno por una reducción mínima para el déficit presupuestario.

Los republicanos en el Congreso no parecen demasiado preocupados, prefiriendo usar el secuestro como un medio para buscar recortes en el gasto de prestaciones en el largo plazo. Obama tendrá que decidir si quiere ganar una batalla política de las que ocurren una vez por generación respecto el tamaño del gobierno en Estados Unidos, lo cual implicará sostener más altos impuestos fiscales aunque el sector público se desmorone a su alrededor, o algún otro aspecto de la salud de la economía a corto y mediano plazo reduciendo un acuerdo que ofrece alivio del secuestro.

Hay pocas palancas para tirar de la inversión privada. La trayectoria más obvia para una recuperación a corto plazo es una economía más saludable; y la mejor forma de promover eso es haciendo algo sobre el secuestro. La reforma fiscal corporativa podría impulsar los incentivos para invertir en Estados Unidos. También vale la pena observar si las prácticas de pago ejecutivo se han vuelto un desincentivo para la inversión en compañías públicas.

El balance de una economía parece abstracto la mayor parte del tiempo, tan pronto como esta produzca crecimiento y empleos, pero en el largo plazo este afecta la calidad de los empleos, el nivel de crecimiento y la estabilidad en general. Sería una tragedia si un cambio hacia la sostenibilidad no fuera un legado de la crisis financiera para la economía de EEUU.

Obama estuvo optimista en el 2009, y optó por no mencionarlo, pero en esto es que se convierte la casa construida sobre arena: “Y la lluvia descendió, y vinieron inundaciones, y los vientos soplaron, y golpearon esa casa; y esta cayó: y grande fue la ruina de dicha casa”. 

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