Crecimiento económico Vs. falta de circulante

Crecimiento económico Vs. falta de circulante

ANTONIO PEÑA MIRABAL
Las pasadas autoridades gubernamentales pusieron en marcha una política económica que giró en torno a la depreciación de la moneda nacional frente al dólar norteamericano. Una de las peores consecuencias de esa errática política fue la galopante inflación que la misma produjo. En los últimos dos años del gobierno de Hipólito Mejía fueron muchos los pequeños y medianos empresarios y productores de riquezas que vieron perder sus negocios debido a la desestabilización económica que generó el proceso inflacionario.

Cuando en una economía se produce un estado de inflación permanente, los consumidores de bienes y servicios tienden a utilizar o invertir el circulante que les cae en sus manos, porque si duran algún tiempo con él, corren el riesgo de ver perder su valor de adquisición.

Es por ello que los procesos inflacionarios motivan el consumo y desincentivan el ahorro. Al todos estar gastando lo que le llega, el circulante es notorio, y aunque el poder adquisitivo de la moneda local se disminuye, la población percibe que hay más dinero en la calle.

Al llegar las nuevas autoridades al gobierno, tanto el control de la inflación como la revalorización de la moneda local han marcado la gran diferencia con el pasado equipo económico que dirigió los destinos del país durante los últimos cuatro años.

Al estar controlada la inflación, el comportamiento de los consumidores de bienes y servicios ha cambiado radicalmente. Como ya no hay el temor de que los pesos pierdan valor en nuestras manos, muchos ya hacen planes a mediano y largo plazo, cosa que no era posible con la inestabilidad imperante en el pasado. Esos planes implican que el circulante se restrinja en la circulación, porque ahora lo que prevalece es el ahorro y no el consumo. Ahora se piensa en ahorrar para comprar un carro o cambiar el que se tiene; comprar un apartamento o acumular la suma inicial; comprar un solar, etc., porque ya no hay la presión de que el peso cada día vale menos, como sucedía en el gobierno de Hipólito. Ese cambio de hábito de los consumidores es una de las razones principales por la que la gente en la calle no siente que el peso circula. Para muchos es una contradicción que mientras se anuncia la recuperación económica del país y se produce la estabilidad de los índices macroeconómicos, esto no se traduzca en mayor cantidad de pesos en circulación, y el grito que se escucha por doquier es que no hay dinero en el medio.

Las autoridades económicas del gobierno tienen la gran tarea por delante de hacer que el crecimiento que se está experimentando en la economía, se sienta en la población. No basta con que la inflación esté controlada o que el peso haya adquirido mayor valor frente al dólar norteamericano, es necesario que los agentes que intervienen en la economía sientan los efectos de dicha recuperación, y los consumidores, que es la población, por tanto agente importantísimo de la dinámica económica, es la que está a gritos por la falta de circulante en la calle.

El gobierno debe poner en ejecución un plan nacional de pequeñas obras comunitarias en todas las provincias del país, con lo que enfrentaría la parálisis de circulante en la calle, crearía fuente de empleos y al mismo tiempo solucionaría problemas sociales. Para que esto funcione hay que evitar que los emporios contratistas del Estado se apoderen de esas obras, y que las mismas sean realizadas por personas de la comunidad donde se realiza. Hay que comprar los materiales que se utilizarán, siempre que sea posible, en el mismo lugar donde éstas se lleven a cabo, lo mismo que la contratación de la mano de obra. De igual forma hay que propugnar para que los mil millones de pesos que el gobierno asignó al Banco Agrícola no se queden en sus arcas, hay que sacarlos para el campo dominicano porque allí también se dinamiza la economía del país. Por igual hay que exigir también a PROMIPYME que desembuche los quinientos millones que Leonel le asignó para apoyar a la mediana y pequeña empresa, y que estos recursos lleguen a los pequeños negocios. Si no hay una supervisión efectiva sobre la utilización de estos recursos, es probable que los mismos no cumplan con los objetivos que lo originaron. Ahora que hay estabilidad y crecimiento económico, la gente quiere disfrutarlo, y el gobierno tiene que buscar la fórmula para este disfrute, porque de lo contrario la población no entenderá lo que está sucediendo.

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