Crecimiento, progreso y desarrollo

Crecimiento, progreso y desarrollo

-II de III-

Al evaluar el concepto “progreso” aplicado a la economía de una nación, debemos enfocarnos en analizar qué tanto ha mejorado la vida de sus ciudadanos en un punto de la historia con relación a otro. Evidentemente que este avance en la calidad de vida estará expresado en función de la posibilidad de acceso a los bienes y servicios ofrecidos por el mercado y que coadyuvan al crecimiento integral, satisfaciendo las necesidades humanas.

Aunque el progreso puede interpretarse de manera subjetiva, las distintas variables que lo definen son eminentemente objetivas y contrastables, tal es el caso del  acceso adecuado a los servicios de salud, a la tecnología, a la electricidad, al mercado laboral, a un medio ambiente sano, a la seguridad social y ciudadana, a la educación, a la alimentación, a la diversión, entre otros componentes característicos de un clima de progreso.

El progreso real se comporta en una nación de la misma manera que un líquido al ser depositado en una vasija, ya que este fluido no solo adquiere la forma del recipiente, sino que también toca de manera perpendicular y directa todos los puntos del receptáculo en el cual ha sido vertido, ejerciendo una presión homogénea y equitativa sobre toda la superficie que impacta. Por lo que todo estado que pretenda definirse como “progreso” deberá estar matizado por un ambiente incluyente, en el cual el ciudadano no solo sea definido en su función cognitiva, sino también en su función participativa, como lo desarrollara George Soros.

Las bondades del crecimiento económico deberán pues, resistir el crisol que significa evaluar qué tanto este impacta en el progreso de las personas que integran una determinada nación. De no pasar la referida prueba de forma adecuada, el modelo debe ser revisado.

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