Crecimiento turismo y zonas francas
favorece más a ricos que a los pobres

<strong>Crecimiento turismo y zonas francas <br/>favorece más a ricos que a los pobres</strong>

POR MARIO MÉNDEZ
Un informe de la Unidad de Gestión para el Caribe del Banco Mundial y del Secretariado Técnico de la Presidencia plantea la necesidad de introducir cambios para fomentar los nexos de sectores como el turismo y las zonas francas a la economía interna, ya que su crecimiento ha favorecido más a los ricos que a los pobres.

El informe señala que aunque en el caso del turismo, si bien los nexos intersectoriales son importantes en algunos casos- como, por ejemplo, la demanda de la construcción, el transporte y los servicios comerciales relacionados con el turismo-, se aprecia que fueron más limitados de lo que se esperaba si se tienen en cuenta las tasas de crecimiento observadas.

En lo que respecta a las zonas francas, indica que a pesar de que las empresas de este sector crearon miles de empleos y dieron trabajo a muchas mujeres no calificadas que, de otro modo, habrían sido excluidas de la fuerza laboral o se habrían dedicado a actividades que les habrían reportado un salario aún menor, el derrame al resto de la economía habría sido superior en el caso de una mayor inversión en tecnología y habilidades que favoreciera tanto la fabricación de productos de mayor valor agregado, como los nexos con las pequeñas y medianas empresas.

Explica que en gran medida, el crecimiento de este sector fue a favor de los ricos más que a favor de los pobres.

Explica que el turismo en la República Dominicana se basa en un modelo de enclave, con lo que se minimiza la interacción de los turistas con el resto de la economía.

El sector de las ZF también carece de una integración suficiente con la economía interna, debido a su carácter intensivo en importaciones determinado por la estructura de los incentivos para el comercio.

Agrega que otra explicación de la distribución desigual de los beneficios del crecimiento radica en el hecho de que estos cuatro sectores principales están dominados por grandes empresas, mientras que dos tercios de los trabajadores de la economía de la República Dominicana trabajan en empresas de menos de 20 empleados.

Aunque reconoce que el empleo agregado se mantuvo a la par del crecimiento de la fuerza laboral, un logro muy importante si se consideran las elevadas tasas de crecimiento demográfico, en especial en las décadas de 1960 y 1970, plantea que la reducción de la pobreza podría haber sido mayor si la creación de empleos se hubiera distribuido m s equitativamente por región, por sector y por nivel de habilidades.

“No obstante, el patrón diversificado del crecimiento sectorial refleja, al menos, un derrame mínimo, que se manifiesta en un aumento de la educación y el consumo de los hogares que se ve posibilitado por el incremento del ingreso y que refuerza el crecimiento”, explica el informe.

El informe advierte que para incrementar la competitividad de la economía de la República Dominicana en su conjunto, no solo de las zonas francas y del sector del turismo, se requiere una estrategia con visión a futuro que fomente los nexos con la economía interna. El aprovechamiento de la inversión, interna y externa, y la reducción de los obstáculos al comercio internacional y las distorsiones que afectan a las empresas que no operan en las zonas francas ayudarían a generar aumentos en la productividad total de los factores que tanto colaboraron con el crecimiento del valor agregado de las zonas francas en el pasado.

“Además, la contribución insignificante de la acumulación de capital humano al crecimiento denota la necesidad de un cambio estructural hacia una producción de mayor valor agregado que exigir, entre otras cosas, una fuerza laboral más calificada”, subraya el informe.

Desafíos del turismo

El informe plantea que el sector del turismo ha tenido un enorme éxito con el modelo de playa, mar y sol a bajo costo y con todos los gastos incluidos, lo cual le permitió aumentar su participación en el mercado global con gran rapidez en los últimos 25 años y convertirse en uno de los destinos favoritos, en la zona del Caribe, para quienes viajan en avión.

No obstante, advierte que la futura competitividad del sector enfrenta muchos retos: su especialización en servicios de bajo costo lo vuelve vulnerable a choques exógenos que afectan la fijación de precios, como las fluctuaciones del tipo de cambio. Además, afirma que el sector corre el riesgo de ser desplazado por nuevos destinos de moda.

“Su concentración en complejos turísticos grandes, de más de 400 habitaciones, puede hacerlo menos atractivo para los clientes, por lo que podría resultar conveniente disponer de alojamientos más íntimos con un servicio de mayor calidad”, indica.

Explica que este modelo alternativo trae consigo un mayor valor agregado, una demanda de fuerza laboral más calificada y una mayor contribución al crecimiento económico.

Sin embargo, señala que el difícil clima de inversión que enfrentan los operadores pequeños los pone en desventaja respecto de las grandes cadenas de hoteles, que pueden sortear los obstáculos con mayor facilidad, por ejemplo, mediante la negociación de regulaciones y procedimientos de inspección especiales.

“Además, la reglamentación deficiente – en especial, en cuanto a las políticas ambientales – puede dar lugar a una degradación irreversible de los recursos naturales de la isla y causar daños irreparables al sector”, subraya.

Considera que para aumentar su competitividad, el sector del turismo debe diversificar su producto más allá  de los paquetes con todos los gastos incluidos controlados por operadores turísticos, que limitan el gasto dentro del país y, por lo tanto, la contribución del sector al crecimiento económico global.

En adición, favorece una mayor coordinación de las campañías de marketing -apoyada en una estrategia nacional y facilitada por un uso más intensivo de las tecnologías de Internet-, lo cual podría mejorar la penetración en los mercados de Norteamérica y Europa.

“Mediante la diferenciación de la marca República Dominicana de otros destinos de la zona del Caribe, por ejemplo, a través de la focalización en el turismo histórico, cultural y ecológico, el sector podría posicionarse mejor para soportar los cambios en las preferencias del mercado”, agrega.

Sostiene que estas iniciativas deben complementarse con medidas que agilicen el transporte interno – por ruta terrestre y área – y el desarrollo del mercado interno de operadores turísticos.

“Este enfoque constituye una modificación de la naturaleza del enclave de los complejos turísticos mediante la intensificación de los nexos con las comunidades linderas y la cultura local, el aumento de los efectos de retroalimentación del crecimiento y, en última instancia, la generación de nuevos empleos. Los hoteles pequeños y medianos están bien posicionados para respaldar esta transformación “anti-enclave” y alimentar este enfoque estratégico pero, actualmente, deben lidiar con condiciones competitivas desfavorables respecto de los grandes hoteles”, afirma.

No obstante, el informe plantea que la República Dominicana constituye un caso fascinante para estudiar el crecimiento económico y sus determinantes, ya que el fuerte crecimiento que registró durante los últimos treinta y cinco años se vio matizado por crisis periódicas.

“El ingreso per cápita aumentó de US$335, en 1970, a US$2.107, en 2004, a pesar de que el crecimiento anual de la población promedio fue de 2,4% en este período. Este aumento denota que el crecimiento anual del PIB per cápita promedió casi 5%, lo que supera, en gran medida, el promedio regional de América Latina y el Caribe, que fue de 3,2%”, plantea el informe.

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