Dados los retos financieros y económicos que afronta la economía global, y la probabilidad de que lo que ocurra afuera tenga un impacto localmente, ahora más que nunca el país necesita una moderna ley de bancarrota. Contar con esta pieza legislativa permitirá a las compañías con presiones financieras tener la posibilidad de reestructurarse, mantener sus puertas abiertas y a sus empleados en sus puestos de trabajo.
Los planteamientos fueron hechos ayer por Julio Brache, presidente de la Cámara Americana de Comercio, en el discurso de apertura del Almuerzo Mensual que ayer se efectuó con motivo del Día de Acción de Gracias, que se celebra hoy en los Estados unidos.
Brache dijo que por esa razón el Congreso debería abordar sin demoras la revisión del proyecto de Ley de Reestructuración Mercantil y Liquidación Judicial para consensuarlo y convertirlo en ley con la mayor brevedad posible.
También dijo que aunque operaciones como la reciente emisión de bonos suponen un voto de confianza de parte de los inversionistas, el país necesita continuar en la senda de incrementarla. Algo importante para ello sería mantener vigente el acuerdo stand by con el FMI y realizar cambios estructurales serios en asuntos como la electricidad y la sostenibilidad fiscal, por citar dos ejemplos de gran trascendencia, dijo. Urgió también la aprobación en el Congreso de la Estrategia Nacional de Desarrollo.