Madrid (EFE).- El Gobierno español expresó ayer sus sospechas de que un grupo organizado puede ser el causante de los incendios que desde hace seis días han quemado más de 5.000 hectáreas de montes en la región de Galicia (noroeste del país).
En declaraciones a la prensa, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, manifestó que la lucha que se está llevando a cabo contra los incendios no es sólo contra el fuego, porque hay sospechas también de la existencia de una banda de desalmados.
Los fuegos no son casuales y todo apunta a que hay un grupo organizado que los ha provocado, dijo el ministro, quien añadió que la Guardia Civil está trabajando activamente en el esclarecimiento de estos siniestros, lo que ha llevado ya a detener a 15 personas.
Entre los detenidos hay un miembro de las brigadas de extinción. El jefe del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que visitó las zonas afectadas, habló de actuaciones criminales como la causa de un número considerable de los fuegos declarados y consideró que ha habido demasiados como para pensar en un fenómeno natural.
En una rueda de prensa, Zapatero se mostró de acuerdo con la decisión del director general de la Guardia Civil, Joan Mesquida, de recompensar a quienes denuncien a los pirómanos y anunció la llegada de más efectivos del Ejército para combatir los incendios.
Los soldados, que realizarán un despliegue complementario en la retaguardia para garantizar la seguridad, se sumarán a otros 1.200 miembros de las Fuerzas Armadas que realizan tareas de prevención y control de incendios, sobre todo cerca de las zonas urbanas.
El despliegue antiincendios cuenta ya con 7.000 efectivos, 700 vehículos y casi 60 aeronaves, destacó el presidente, quien tras la visita a Galicia regresó a la isla canaria de Lanzarote, donde pasa sus vacaciones estivales en compañía de su familia.
Andorra, Marruecos, Alemania y la República Checa ofrecieron recursos humanos y materiales en la lucha contra los incendios, en una propuesta que ya se materializó en los casos de Portugal, Francia e Italia, informaron hoy a Efe fuentes de Protección Civil.
Italia envió dos hidroaviones Canadair, Francia otros dos y Portugal un equipo de 65 bomberos con 20 vehículos.
Según el último parte facilitado por la Consejería de Medio Rural del Gobierno regional de Galicia, sigue habiendo 117 incendios, de los cuales 66 están activos y 51 están bajo control.
Las provincias de La Coruña y Pontevedra son las más afectadas.
Las cifras oficiales hablan de algo más de 5.000 hectáreas quemadas en la última semana, lo cual eleva a entre 40.000 y 50.000 hectáreas la superficie arrasada en Galicia en lo que va de año, según denunció el conservador Partido Popular (PP), en la oposición.
El diputado popular en el Parlamento regional de Galicia Xosé Antonio Santiso denunció irregularidades y falta de previsión graves y, aunque reconoció que en 2006 no hay más incendios que en temporadas anteriores, señaló la mala formación de cuadrillas, la falta de medios y la descoordinación de las autoridades.
Según Santiso, Galicia está sufriendo la mayor catástrofe medioambiental en los últimos años al no tomarse las medidas de prevención necesarias, como el desbroce de los montes en primavera.
Sobre las sospechas expresadas por el Gobierno central, dijo no tener constancia de que haya una banda organizada de pirómanos y subrayó que para que prendan los montes en verano puede haber muchos otros motivos, como las causas accidentales.
La duración y virulencia de los fuegos, y su impacto en el turismo en plena temporada alta generó inquietud entre los empresarios gallegos, que informaron de las primeras cancelaciones en hoteles y en alojamientos de turismo rural.
El presidente de la Asociación Empresarial de Hospedaje de la Provincia de Pontevedra (ASEHOSPO), José Manuel Barbosa, afirmó que los incendios perjudican de una forma gravísima al turismo de la zona sur de Galicia, en el que trabajan unas 150.000 personas.
Barbosa aseguró que nos encontramos ante el peor verano de la historia para la Comunidad, aunque agregó que lo peor no es este momento concreto, sino los años sucesivos, cuando veamos con nuestros propios ojos cómo han quedado nuestros paisajes.