Creen TLC frenará emigración

Creen TLC frenará emigración

WASHINGTON (EFE).- Los partidarios del Tratado de Libre Comercio (TLC) de EEUU con Centroamérica y República Dominicana dicen que el pacto frenará la emigración al crear empleo, pero economistas consultados por EFE opinan lo contrario. En el fragor de la batalla para convencer al Congreso de EEUU de que ratifique el TLC con esos países, los partidarios han echado mano a un argumento que seduce a los conservadores: que el pacto reducirá la inmigración de esos países.

Así, en una intervención esta semana en el conservador Instituto Heritage, el «número dos» del Departamento de Estado, Robert Zoellick, afirmó que el TLC «aliviará la pobreza demoledora que motiva la migración».

El presidente salvadoreño, Elías Antonio Saca, también ha dicho que el CAFTA-DR, las siglas en inglés por las que se conoce al acuerdo, prevendrá la emigración, un argumento con el que concuerdan representantes del sector privado como Carlos Zúñiga, presidente de la Cámara del Agro, la mayor asociación agrícola de Guatemala.

«Al generar empleo, el CAFTA obviamente va a evitar la emigración», dijo Zúñiga a EFE durante una visita a Washington para convencer a congresistas indecisos de que lo aprueben.

Es una tesis poderosa en Estados Unidos, ya que «los mismos estadounidenses que están preocupados por el comercio, están preocupados por la inmigración», según Daniel Griswold, del Instituto Cato, un centro conservador.

No obstante, estas aseveraciones «no tienen mucho respaldo de análisis económico», ya que no hay estudios del posible impacto del tratado sobre el flujo migratorio, opinó Sydney Weintraub, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un instituto independiente.

La referencia más cercana es el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que creó una unión comercial entre Canadá, EEUU y México en 1994.

Durante el debate sobre la aprobación de ese acuerdo en el Congreso de EEUU, que fue tan reñido como la actual, también se dijo que reduciría el flujo de mexicanos hacia el norte. Esa predicción ha resultado errónea, ya que desde entonces la inmigración ha aumentado.

De 1994 a 2004, 1,3 millones de agricultores mexicanos tuvieron que abandonar el campo por la caída de precios derivada de la entrada masiva de trigo, maíz y otros alimentos estadounidenses, según un análisis de Carnegie Endowment for International Peace, un centro de estudios internacionales.

Mientras, la industria manufacturera mexicana sólo incrementó su plantilla en 500.000 personas, de acuerdo a esta fuente. Gran parte de los campesinos desempleados terminaron en Estados Unidos.

Viji Rangaswami, una experta de Carnegie, cree que el TLC firmado por Washington con Honduras, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Costa Rica y República Dominicana producirá un efecto similar. «Aumentará el desempleo en el sector rural y no habrá nuevos empleos en las áreas urbanas», predijo.

El Banco Mundial pronosticó la semana pasada en un estudio que el pacto perjudicará a un 9 por ciento de las familias nicarag~enses, un 16 por ciento de las guatemaltecas y un 5 por ciento de las salvadoreñas, ya que viven de la producción de alimentos como fríjoles, productos lácteos y pollo.

El estudio no ofrece datos sobre República Dominicana y Costa Rica. Muchas de estas personas se verán obligadas a buscar otro medio de vida y las industrias más propicias para absorberlos serían la azucarera y la textil, que tienen alta productividad.

No obstante, en ambos sectores Estados Unidos ha preservado mecanismos de protección de su industria que harán muy difícil su expansión, según Rangaswami, quien no está ni a favor ni en contra del TLC.

Griswold apoya decididamente el acuerdo, pero también prevé que muchos agricultores se verán obligados a abandonar el campo, algunos hacia las ciudades y otros hacia el extranjero. Este experto auguró un incremento de la emigración a EEUU a corto y medio plazo, y una disminución en «15 ó 20 años», gracias al futuro crecimiento económico en la región.

No obstante, reconoció que en 11 años ese retroceso de las salidas no se ha plasmado en el caso mexicano. «Tal vez sea en 20 años», pronosticó Griswold.

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