Crezcamos y hagamos crecer

Crezcamos y hagamos crecer

Es una noticia refrescante la suministrada por el Banco Central, en el sentido de que en el primer semestre de este año la economía creció 5.8% en comparación con el 2004. Lo es porque ese comportamiento representa un verdadero alivio de la situación que ha vivido al país desde que la quiebra de tres bancos y el manejo inadecuado de esa crisis provocaron un verdadero descalabro que deprimió el valor de la moneda y elevó a niveles dramáticos los precios de todos los bienes y servicios.

Internamente, el comportamiento de la economía mejora las perspectivas de la producción y los negocios, lo que de alguna manera es beneficioso para la población en sentido general.

En el plano externo, este crecimiento mejora las calificaciones riesgo/país, un parámetro muy tomado en cuenta por los inversionistas internacionales y los organismos de financiamiento.

Es, asimismo, un signo de buen desempeño de las autoridades del país en la aplicación de las disciplinas pactadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI), al que acudimos para tratar de detener el descalabro y recuperar los bríos que nos hicieron servir como ejemplo en América Latina y el mundo.

Ha sido, en todos los sentidos, una excelente noticia y una muestra de que nos estamos sacudiendo de entre los escombros para recuperar las bondades perdidas.

–II–

Pero el crecimiento económico no ha sido gratuito. Si bien es cierto que el mismo se ha debido al manejo que las autoridades les han dado a los asuntos del país, como administradores de la crisis, también hay que reconocer que parte de los resultados positivos se han debido a los sacrificios a que se ha sometido la población.

Cuando la crisis estaba en sus momentos más mortificantes, la población, sus capas más pobres sobre todo, padecieron lo indecible para costearse la vida con unos niveles de precios inalcanzables y una moneda cada vez más débil.

Luego vinieron las disciplinas que han ayudado a recuperar la economía, pero también en este caso ha sido la población menos afortunada la que ha tenido que cargar una presión fiscal que siempre desciende desde la cúspide hacia las bases de la pirámide social.

En algún momento de estos cambios positivos, el crecimiento económico tiene que derramarse hacia las bases sociales de la misma manera en que ha ocurrido con la presión fiscal. Crecimiento económico tiene que llegar a significar crecimiento humano, mejores condiciones de vida para la población, más oportunidades para la juventud de modo que los vicios y la delincuencia dejen de ser sus alternativas a la mano, mejores niveles de educación, salud y seguridad pública y, en fin, todo lo que concierne a crecimiento humano.

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