Criando alexitímicos

Criando alexitímicos

Hoy estamos más enfermos que ayer. Antes la vida era más simple, pero más afectiva, más vincular, más gregaria y más colectiva; simplemente más humana.

Las familias tenían suficiente espacio para compartir, hablar con sus hijos, disfrutar la vida de pareja, fortalecer los vínculos, el apego y el sentido de pertenencia.

Cada uno se conocía, sabíamos cómo pensaban los padres y los hermanos; reconocíamos los límites, los sueños y las frustraciones, pero también se practicaba la solidaridad, el altruismo y el compromiso, que hacían posible una convivencia más amorosa y de mayor compasión.

Ahora, todo ha cambiado y, para mal, de forma acelerada con la llegada de las tecnologías y el mundo cibernético, los Black Berrys, el juego virtual, los amores virtuales, el Facebook y el Hi5.

Ahora, la vida es más impersonal, más distante, menos corporal y menos afectiva, literalmente menos sintiente.

Las personas se comunican menos viéndose el rostro, mirándose; no expresan las emociones, ni la pasión, ni la ternura de palpar y olfatear el olor de la piel, ni sentir la respiración, ni los pasos, ni los ruidos personales que nos ayudan a conocer cada detalle de la vida predecible con los que vivimos y compartimos. Sencillamente, es una vida fría, distante, cargada de analfabetismo afectivo, y emocionalmente pobre.

Ahora, cada familia, cada pareja, cada hijo tiene su laptop, su televisión o vídeos juegos; cada quien vive lo suyo.

Ya no hablan en la mesa, ni tienen espacios de tertulias familiares; si van a un restauran, cada uno está con su aparato, en el carro, en el avión, en el hotel.

 Los niños y adolescentes juegan más solos que con sus padres, hermanos y amigos.

Su pequeño cerebro se desarrolla poco estimulando en el sistema límbico, las amígdalas cerebrales y la corteza prefrontal, áreas que tienen que ver con las emociones, los impulsos, la afectividad, sencillamente se crean acciones y hábitos que forman un carácter poco desarrollado en la afectividad, en el amor, la pasión, la actitud socio-afectiva, que genera por lo tanto, un ser humano alexitímico, o sea, una persona carente de expresar emociones positivas, nutrientes y oxigenantes.

Los alexitímicos padecen de anemia emocional, viven pero no sienten la vida, no tienen espíritu, no tocan las cuerdas de la afectividad, se relacionan poco, son fríos y distantes, indiferentes y poco comprometidos con lo que pasa a su alrededor, sea familia, pareja, o el entorno social.

Es decir, hueco por dentro y sin piel por fuera; mitad indiferencia y mitad desafecto.

Las familias y las parejas deben confrontar estas guerras tecnológicas que desapegan, desvinculan, buscan crear los espacios de diálogos, con mayor comunicación verbal, corporal, afectiva.

Además, deben socializar con sus hijos e hijas, con los abuelos, tíos, amigos, incorpora a todos y realizar actividades gregarias, altruistas, espirituales, deportivas, emocionales que valoren y estimulen las necesidades humanas, que son las que nos hacen crecer en la pasión, en la compasión, en el amor, el espíritu, y en la solidaridad.

Los alexitímicos desarrollan fobia social, abuso de sustancias, rasgos de personas evitativas, poco desempeño en el proyecto de vida, incapacidad para manejar los estresares sico-sociales de forma sabia e inteligente para poder funcionar en una sociedad competitiva, diferente y desigual como la que vivimos en la post-modernidad.

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