El 25 de noviembre de 1960 ocurrió en nuestro país un hecho doloroso que laceró en lo más profundo la conciencia de los dominicanos como jamás había sucedido: el asesinato de las hermanas Mirabal.
Trujillo, quien había inaugurado en 1930 su ascenso al poder con el triple asesinato del poeta y periodista Maynardi Reyna, su esposa Altagracia en estado de embarazo y la trabajadora doméstica del hogar; que había edificado su dictadura terrorista de treinta y un años sembrando nuestra nación de muertos y desaparecidos; que había ordenado en 1937 el asesinato de más de doce mil haitianos en la más tenebrosa jornada genocida registrada en nuestro continente, acostumbrado a disponer de la vida de sus opositores con la tranquilidad del que ejerce el oficio de verdugo, no pudo sospechar jamás que la muerte de las hermanas Mirabal marcarían el definitivo camino de su derrumbe.
No es difícil descubrir las razones que afloraron en la mente de aquel personaje sanguinario al impartir la orden a sus esbirros de quitarles la vida a las hermanas Mirabal. Los tiranos matan a aquellos opositores que consideran un peligro para la estabilidad y continuidad de sus gobiernos. Aquí, y todas partes del mundo esa ha sido siempre la razón fundamental del asesinato político. Ese fue el motivo clave en el caso de la muerte de las hermanas Mirabal, símbolo del espíritu de resistencia del pueblo dominicano contra la opresión.
Sin embargo, para ocultar esa verdad en los últimos años se ha orquestado toda una campaña ideológica orientada a maquillar la imagen de la tiranía, a la rehabilitación del trujillato, manejada naturalmente por socios y beneficiarios nostálgicos de la Era, quienes por el poder económico que disfrutan (de malsanos orígenes, como la fortuna de su Jefe) tienen aún hoy, cincuenta años después, una influencia notoria en los medios de comunicación radiales, impresos y televisivos.
Hay dos versiones puestas a circular por los maquilladores de la tiranía sobre el asesinato de las hermanas Mirabal y el chofer Rufino de la Cruz. Ambas están dirigidas a liberar al sátrapa de la culpa de este horrendo cuádruple asesinato.
Según la primera versión, Trujillo no fue quien impartió la orden para la ejecución del asesinato de las hermanas Mirabal. Le atribuyen la orden y su ejecución a incontrolables situados en la cúspide del poder civil y militar que actuaban con independencia bajo el criterio de que con sus acciones criminales fortalecían al régimen.
La segunda versión tiene el tinte perverso clásico del estilo usado por el eficiente aparato propagandístico maléfico creado por la intelectualidad cómplice de la tiranía. Explica esta segunda versión, que quienes idearon el asesinato de las hermanas Mirabal y el chofer Rufino de la Cruz fueron dos de los hombres que planificaron el tiranicidio, quienes como parte de sus planes, tenían el propósito de profundizar aún más el ya candente ambiente de oposición a Trujillo que se registraba en todo el país.
Como se puede notar, ambas interpretaciones tienen un objetivo común: liberar a Trujillo de culpa. Pero la segunda, además, tiene el malicioso propósito de restar calidad moral, para así disminuir, el valor de la generosa acción asumida por aquellos valientes que directa o indirectamente participaron en el magnicidio que terminó con la dictadura, para convertirlos en personajes tan desalmados como el propio tirano.
El iniciador de esa falacia lo fue el Dr. Joaquín Balaguer, presidente de la República el día del asesinato de las hermanas Mirabal.
En el panegírico que leyó el 2 de junio de 1961 en San Cristóbal ante el féretro del sátrapa al momento de su entierro, después de expresar que Trujillo fue fundamentalmente bueno, que bajo su corazón de acero latía un corazón inmensamente magnánimo, Balaguer subrayó además que: Sobre sus hombros se han cargado muchas deudas que él no contrajo jamás, y cuya responsabilidad corresponde a los maestros de la adulación y de la intriga, que especularon con su buena fe .
En su precioso y dramático libro Vivas en mi jardín, la heroína Dedé Mirabal, sobreviviente de esa familia, narra con belleza y sinceridad espléndidas, las vicisitudes imborrables vividas por su madre, sus hijos, esposo, parientes, por ella misma y hasta sus vecinos y amigos, aquellos aciagos días en que la tiranía decidió la muerte de sus hermanas, ofreciendo en ese texto una explicación definitiva y contundente a los maquilladores de la tiranía que tratan de liberar a Trujillo de la culpa del terrible asesinato de sus hermanas.
Entre los certeros argumentos expresados por Dedé para explicar las razones que motivaron aquel horrible acontecimiento, hay uno que es sin duda el más importante, pues fue el elemento desencadenante del horrible suceso del 25 de noviembre de 1960. Minerva Mirabal, expresa Dedé, lideró y organizó la oposición más importante que tuvo su régimen durante treinta años, el Movimiento Revolucionario 14 de Junio, fundado junto a su esposo y posteriormente líder nacional, Manuel Tavárez Justo.
Tal y como ha sido establecido en varias investigaciones sobre los orígenes del Movimiento 14 de Junio, entre otras, las de Tony Raful y Roberto Cassá, Minerva Mirabal desde su adolescencia asumió el supremo compromiso de contribuir al atrevido esfuerzo político organizado por un escaso grupo de jóvenes de aquella época de los años cuarenta, quienes como ella soñaban con derrocar a la dictadura de Trujillo, para lo cual crearon la agrupación opositora Juventud Democrática. En ese mismo momento, y por ese motivo, Minerva Mirabal inició su martirio y el de toda su familia.
La Juventud Democrática, surgida en 1946, al igual que el Partido Socialista Popular, registró corta vida. Antes de cumplir su primer año la dictadura reprimió esta agrupación con su acostumbrado salvajismo y casi todos sus miembros fueron encarcelados, otros desaparecidos y los más afortunados lograron tomar el camino del exilio.
Minerva Mirabal, contra viento y marea, erguida y desafiante, conductas que le caracterizaron, continuó abrazada a sus ideas libertarias y al proyecto, o mejor dicho, a la ilusión de lograr el derrocamiento de la dictadura de Trujillo, siendo apresada en varias oportunidades y luego de ser liberada, condenada a vivir sometida junto a sus padres y hermanas a la triste vida del perseguido político permanente.
En medio de esa difícil condición, cuando las circunstancias políticas lo permitieron, Minerva Mirabal, junto a quien ya era su compañero espiritual y de ideales políticos, Manolo Tavárez, fundó el glorioso Movimiento Revolucionario 14 de Junio.
La creación del Movimiento Revolucionario 14 de Junio significó, por la amplísima acogida que recibió en el seno del pueblo, un golpe mortal para la dictadura, pues reunió en su seno a los más destacados jóvenes de época, aglutinando, incluso, a seminaristas y sacerdotes, y a hijos o parientes de altos funcionarios de la dictadura.
Por ese último motivo, cuando los servicios secretos de la tiranía descubrieron la magnitud de aquel movimiento opositor clandestino, que envolvía a los hijos y familiares cercanos de decenas de sus propios funcionarios y colaboradores, a seminaristas y sacerdotes, la reacción fue de espanto y terror, cuestión que condujo a la aplicación de los peores métodos de tortura contra ellos, originando también la muerte de no pocos de los implicados.
Como se conoce, tal situación condujo a la ruptura de la Iglesia Católica y Trujillo, luego de la publicación de la famosa Carta Pastoral de enero de 1960.
A partir de ahí, la dictadura dio inicio a toda una campaña por la radio, la prensa escrita y la televisión contra la Iglesia Católica que alcanzó los linderos del desquiciamiento.
En esa campaña, utilizando los epítetos más bajos, se acusó a sacerdote y monjas, incluso a los obispos y hasta al representante del Vaticano, Monseñor Zanini, recién llegado al país en octubre de 1960, de estar al servicio del diablo y de ser agentes del comunismo internacional.
Por ese camino, que fue su verdadero despeñadero, el tirano no solo ordenó a las fuerzas represivas el acoso de obispos y sacerdotes, sino también la amenaza de muerte contra Mons. Francisco Panal, obispo de La Vega y Mons. Tomás O´Reilly, de San Juan de la Maguana, a quienes Trujillo identificaba como los principales dirigentes religiosos de la conspiración contra su régimen. Mons. O´Reilly se vio obligado a abandonar su sede eclesiástica para buscar refugio en un colegio de monjas católicas en Santo Domingo, mientras el obispo Panal pasó por la humillante amargura de ver invadido su templo por vándalos y prostitutas borrachos, enviados por la dictadura, que vociferantes clamaban por su muerte. Los hechos aquí resumidos evidencian que la tiranía en aquel momento había entrado en una fase demencial que anunciaba su desaparición, como en efecto ocurrió, el 30 de mayo de 1961, y que todo aquello tuvo su punto de partida el mismo día que Minerva y Manolo dieron el primer paso hacia la fundación del Movimiento 14 de Junio.
Dicho de otra manera: entre la acción heroica del 30 de mayo de 1961 que decapitó la dictadura y el nacimiento del Movimiento Revolucionario 14 de Junio hay una unión umbilical, como es evidente que la hay también entre el surgimiento de esta agrupación opositora, creación de Minerva y Manolo, y la llegada de los expedicionarios de junio de 1959, los mártires de la Raza Inmortal.
Las frases
Dedé Mirabal
Minerva lideró y organizó la oposición más importante que tuvo el régimen de Trujillo durante treinta años.
Joaquín Balaguer
Trujillo fue fundamentalmente bueno, bajo su corazón de acero latía un corazón inmensamente magnánimo.
La clave
Idealista precoz
Minerva Mirabal desde su adolescencia asumió el supremo compromiso de contribuir al atrevido esfuerzo político organizado por un escaso grupo de jóvenes de aquella época de los años cuarenta, quienes como ella soñaban con derrocar a la dictadura de Trujillo, para lo cual crearon la agrupación opositora Juventud Democrática.