Criollos empiezan a llegar por la Navidad, pero a ritmo lento

Criollos empiezan a llegar por la Navidad, pero a ritmo lento

Pocos son los que  llegan y menos son los que se van. Disminuyeron las ventas de boletos aéreos, las carreras de taxistas y el acarreo de los maleteros. A decir de muchos, la crisis de los mercados financieros influyó en el descenso de los viajes hacia y desde el exterior.

 En el gran salón de espera se escuchaba una menuda algarabía. La salida y la llegada era motivo de alborozo entre el escaso público, unidos por un mismo sentimiento en el  Aeropuerto Internacional de Las Américas. Con bultos en manos o una fila de maletas que precisan cargar con ayuda, decenas de personas se confundían ayer en abrazos y besos en esta terminal, con motivo de la Navidad. Efusivos momentos se viven en los acercamientos de familiares y de amigos para esta época.

La joven Esmeralda Hernández se comía las uñas de las ansias que le provocaba permanecer en una fila del segundo nivel del aeropuerto, vigilando la entrada de su madre Ceneida, procedente de Antigua. La tensión era por ver a su hermana menor, Katty, de quien se separó hace alrededor de un año.

A su vera, el ánimo era más festivo. Aleandra Hérnández, una ciudadana de Guadalupe retornaba a Santo Domingo, ciudad que escogió para vivir junto a sus tres hijos y su padre, al que ayuda con la finca que cuida.

Fascina escucharla  hablar de las razones por las que prefiere habitar en República Dominicana y enseñarle la cultura a sus retoños: los mellizos Arno y Elais y el hijo mayor, Mateo Hernández.

Placer de pisar suelo criollo. En poco más de un año, la joven Dilcia Fernández adoptó la imagen de una boricua. Admite que nació en la isla de Puerto Rico, pero pasa la mayor tiempo en este país. Regresó para disfrutar de la Navidad con la mayor parte de sus parientes, no sin antes llenar sus maletas de atuendos como boinas, faldas cortas y botas.

 Quejas de taxistas.  Los conductores dicen que nunca  vieron una Navidad tan lenta, con la pizarra de turnos vacía.

Pérdida de maletas.  Margarita Taveras estaba que botaba humos, como ella misma afirma, a una semana de  llegar de Curazao. Se extraviaron sus siete maletas y ayer, a mucho pesar, apenas encontraba dos.

La clave

1. Gusto a la dominicana

Ana García, quien aparece  en la foto principal,  alegre, mientras empuja sus maletas y se detiene un poco para observar a otros viajeros saludarse. Antes de abandonar la terminal  con las dos hijas que hicieron el viaje, le hizo saber su petición a los que las recibieron. Les dijo que deseaba comer un rico sancocho, oír bachata de Frank Reyes, “El Príncipe de la bachata”. Suplicó que el almuerzo le fuera acompañado con cervezas, las que la esperaban frías.

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