Crisis acaba con la confianza de generación de políticos

Crisis acaba con la confianza de generación de políticos

La crisis y la depresión subsiguiente ha acabado con la confianza de una generación de líderes políticos, afirma un publicación de Fiancial Times, de la autoría de Philip Stephens.

“Todos los disparates que habían aprendido acerca de un nuevo capitalismo financiero, de los mercados autoequilibrados y del fin del auge y caída han demostrado ser simplemente eso: disparates. Siete años después, los banqueros están brindando una vez más con sus copas de champán. En general, salieron ilesos. No así los políticos que creyeron su propia propaganda y aceptaron el “laissez faire” del Consenso de Washington como el fin de la crisis”, afirma la publicación.

Explica que “el capitalismo sobrevivió la crisis, pero a costa de un colapso de confianza por parte de las élites gobernantes”.

El Pew Research Center en EU reportó que menos de una quinta parte de los estadounidenses confía en que el gobierno en Washington “hará lo correcto” todas o la mayoría de las veces. Cuando el Pew primero incluyó la pregunta en 1958, tres cuartas partes de los encuestados tenían fe en los políticos. Según la publicación, el debilitamiento de la confianza ha sido más marcado entre los votantes con tendencias republicanas. “Allí se encuentra la mayor parte de la explicación del atractivo, de otro modo inexplicable, de alguien como Trump”, agregó.

Asimismo, la publicación plantea que “los europeos siempre han estado más inclinados que sus ‘primos’ estadounidenses a tener fe en el gobierno, pero la proporción en la Unión Europea (UE) que “tiende a confiar” en sus líderes y parlamentos nacionales se sitúa en menos de un tercio. Dicho de otra manera, las encuestas regulares del Eurobarómetro demuestran que más de dos tercios son escépticos de lo que escuchan de la clase política establecida. Tal vez porque se consideran como gestores más competentes de la economía de mercado, a los de centro derecha les ha ido un poco mejor que a los que tienen tendencias izquierdistas”.

El trabajo de Stephens observa que “durante mucho tiempo la globalización ha sido fuente de una creciente desigualdad. Sus recompensas se han concentrado desproporcionadamente en la parte superior del 1 por ciento. Los ingresos promedio a ambos lados del Atlántico se han estancado desde la década de 1980”.

“Mientras que las economías estuvieran en auge, era políticamente soportable que los banqueros hicieran millones por medio de transacciones socialmente inútiles y que los ejecutivos empresariales se pagaran a sí mismos lo que quisieran. La crisis se deshizo de los misterios para mostrar que, para la mayoría de la gente, una globalización en la que todo se vale es una severa fuente de inseguridad”, afirma.

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