Crisis alimentaria y consumo inteligente. Cuando una se prepara para lo peor, las cosas suceden y nos sorprendemos de que “no fue tan malo”, así debemos prepararnos para la ya anunciada crisis alimentaria por los organismos internacionales, que comienza a sentirse con el alza en el precio de los alimentos y la ausencia de algunos en el mercado internacional y local.
A todo esto, se le agrega la gripe aviar, que ha provocado una alarma mundial porque han tenido que ser sacrificados millones de pollos- sólo en Estados Unidos debieron ser sacrificados 27 millones-. En Francia también fueron sacrificadas millones de gallinas y otras aves de corral por motivo de la gripe aviar.
De esta alarma global el país debe resguardarse porque si llega la enfermedad careceríamos de la fuente de proteína más accesible para los consumidores, pese al alza experimentada en los últimos dos años. No ha bajado de 81 pesos la libra.
Tenemos ya restricciones en la oferta de aceites, en los grandes lugares de servicios está restringida a dos galones por cliente y se notan anaqueles vacíos, y son colocados en ellos artículos que antes ocupaban otros lugares.
Con el libre mercado nos acostumbramos a consumir muchos productos importados, pero si no llegan, no debería crearnos estrés, porque una condición del ser humano es saber adaptarse a las circunstancias y con dos fenómenos como la pandemia del COVID 19 y ahora la guerra entre Rusia y Ucrania, lo inteligente es asumir el desafío con la mayor entereza posible.
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Entonces, prepararse para lo peor es pensar qué debemos hacer para afrontar la posible escasez de alimentos; por lo pronto tenemos buena producción de arroz y rubros agrícolas que, aunque su precio no será estable por los factores externos, por lo menos los tendremos a disposición, lo peor es que no los haya.
Una forma inteligente para los consumidores es identificar las fuentes de proteínas, carbohidratos, micro y macronutrientes necesarios para mantener las energías requeridas y resistir. Eso implica una campaña de orientación sobre las ofertas de todo lo que se produce en el país con los beneficios de apoyar al productor y mejorar la calidad de vida del consumidor.
Ya comenzamos a percibir la producción de frutas como el mango, desde mayo vienen otras ofertas de las cosechas tradicionales; debemos propiciar toda la información posible para sacar el mayor provecho de las ofertas de temporada, identificando sus propiedades nutricionales como vitaminas y minerales y otros nutrientes.
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En la campaña de educación al consumidor debemos enseñar a hacer conservas de excedentes como frutas, vegetales; refrigerar los tubérculos como yuca, batata, yautía. No vivimos tiempo de derroches por las amenazas de escasez de alimentos.
Un consumo inteligente implica utilizar los recursos que están a nuestra disposición y usarlos de tal manera que no dañemos la economía familiar, el medio ambiente y con ellos garantizar el equilibrio nutricional de nuestras familias.
El consumo de alimentos debe ser la medicina para no enfermarnos con lo cual ganamos todos y el ecosistema está diseñado para proveernos los bienes necesarios para que así sea.