Crisis de autoridad

Crisis de autoridad

Crisis de autoridad– Después del ataque a tiros a la cárcel de Najayo, en el que resultaron muertos dos agentes penitenciarios y dos de los reclusos que pretendían escapar aprovechando la confusión de la balacera, aquí puede pasar cualquier cosa. Y, en efecto, está pasando. Esta vez le tocó el turno a San Francisco de Macorís, donde cuatro honbres dispararon contra un recluso que, acompañado de sus custodias, abandonaba en ese momento el Palacio de Justicia donde se le conoció audiencia, matando a un segundo teniente del Ejército Nacional. Las autoridades no tienen muy claro todavía si el propósito del ataque era matar al recluso, un expolicía devenido en sicario al que acusan del asesinato de un exdirigente de izquierda, o liberarlo. Y han prometido, como suelen hacer siempre, iniciar una “profunda investigación” hasta dar con los responsables del hecho, pero no deberíamos hacernos demasiadas ilusiones. Porque lo que importa aquí no es si la Policía encuentra a los culpables de ese ataque o a quién endosarle el muerto, pues en el punto en el que nos encontramos eso es lo de menos. De lo que se trata aquí, como quedó evidenciado en el ataque a la cárcel de Najayo y también en el caso de los gatilleros de San Francisco de Macorís, es de la progresiva disolución del principio de autoridad, de la pérdida de respeto a la ley y sus consecuencias, y eso no se revierte matando presuntos delincuentes en las calles y mucho menos con declaraciones en los periódicos. Retomo lo que dije al principio, y aclaro, de paso, que no es mi intención crear alarma: después de lo que pasó en la cárcel de Najayo aquí puede pasar cualquier cosa, por lo que lo más sensato, prudente y realista es que nos preparemos para lo peor.

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