Crisis de la deuda externa; monto y perfil

Crisis de la deuda externa; monto y perfil

El origen de la gran crisis de la deuda externa comenzó cuando desde 1999 el Gobierno anterior empezó a tomar algunos préstamos externos de fuentes bancarias internacionales. Sin embargo, con la entrada del nuevo Gobierno en el 2000 los mismos personajes intermediarios que habían actuado se la deligenciaron para convencer a los nuevos funcionarios de utilizar y acelerar la carrera por nuevos créditos con la banca privada internacional con numerosos proyectos que se pudieron financiar con los organismos internacionales. Por excesos de protagonismos políticos, intereses creados, negocios y comisiones, ingenuidad financiera y falta de experiencia y visión, en dos años se desarrolló y explotó este desastre.

En efecto, en los primeros dos años del Gobierno el Congreso aprobó más de US$ 2,600 millones, aunque por suerte muchos financiamientos eran tan malos y dudosos, que nunca se materializaron. No obstante, el monto de la deuda externa aumentó de US$ 3,685.3 millones en agosto del 2000 a US$ 7,500 millones contratados a marzo del 2004 y desembolsados US$5,500 millones. Un aumento violento del saldo desembolsado de 64 %. Y por el camino que queda hasta agosto 16, la deuda se habrá duplicado en cuatro años. Una hazaña destructiva de la estabilidad económica de la nación y de la viabilidad fiscal y presupuestaria.

Después se le dio el tiro de gracia con las dos emisones de Bonos soberanos, una de US$ 500 millones a cinco años y otra de US$ 600 millones a diez años, que se colocaron sin saber cómo en el futuro se pagarían. Fue una aventura que ha metido al país en la tiranía unilateral de las simplistas agencias calificadoras y nos colocó en manos de cientos de tenedores privados que pueden actuar legalmente contra el país. Es decir, se sabía desde el principio que serían perjudicial por varias razones; fomentaría la indisciplina fiscal, como de hecho sucedió, crearía una expansión desmedida de gastos e inversiones, el recalentamiento de la economía como lo definieron, además no habría forma de pagarlos, arrodillando al país ante los acreedores y sus pretensiones y aumentaría substancialmente el servicio de la deuda externa con sus altísimo riesgo cambiario e intereses, por encima de préstamos para proyectos en base a la tasa LIBOR europea o el Prime Rate de USA.

Además, por primera vez, el país y su imagen bailaría como un yoyo cada día y en cada superficial informe, como Argentina, dependiendo de las calificaciones de riesgos de agencias y bancos de inversiones interesados en solo proteger a los incautos y avariciosos que les vendieron los Bonos con altos intereses, de un país emergente sin la debida capacidad de pagos. A esto se le llamó entrar en la modernidad de los mercados internacionales, cuando nada era nuevo pues desde el siglo XIX el país había caído en la misma tentación de emitir Bonos y después crear un caos. Falsa y tonta conquista. Se vendió la errónea idea que éramos el país menos endeudado del Continente, se olvidó las lecciones de la crisis de la deuda externa del 1982 y se le dió rienda suelta a la expansión fiscal con recursos externos, para financiar los déficits internos y los incrementos de inversiones y de gastos corrientes. En efecto, se tomó el camino de una irremediable crisis externa e interna.

El resultado de esta carrera de créditos externos y Bonos, es que el 40 % o más del Presupuesto Nacional de este año se utilizará para el servicio de la deuda externa, que se preparó con una tasa de cambio de RD$ 35 por US$ 1 y ahora está en RD$ 50 por US$ 1. Por lo tanto, el problema presupuestario será mayor. Igualmente, el Gobierno y el FMI en su carta de intención señalan que el servicio de la deuda externa subió de un 17 % del PIB al 57 % del PIB. No obstante, como siempre he expresado, que lo importante es medir el servicio de la deuda externa (y la interna), con el monto del Presupuesto, porque el problema de pagos es de flujo de caja, no de coeficientes teóricos. Se abandonó el financiamiento externo por proyectos de los organismos internacionales y de fuentes bilaterales, que fueran prioritarios para infraestructura, educación y salud, que son siempre a más largos plazos e intereses más bajos. Se escogió el camino fácil y sin condiciones de los préstamos bancarios y de los Bonos para uso indiscriminado.

Para colmo la deuda interna del Gobierno con la banca privada nacional saltó de RD$ 6,348.4 millones en agosto del 2000 a la suma de RD$ 24,261.5 millones a febrero del 2004, un aumentó de casi 400 %. A esto hay que agregarle la la deuda del Banco Central por las emisiones de Certificados por RD$ 64,000 millones, producto de apresurados salvamentos bancarios fuera de la Ley Monetaria y una política equivocada de recoger circulante sin utilizar otros instrumentos como el encaje legal y/o pasarlos a deuda pública en pesos, quizás garantizada por el BID o el Tesoro norteamericano a mediano y largo plazo. Dichos Certificados generan intereses de más de RD$ 3,800 millones mensuales sin bajar el principal, en emisiones inorgánicas, que estimulan la inflación y la devaluación en forma automática. El tema de la deuda interna y de los Certificados del Banco Central requiere un tratamiento aparte, pero su solución es indispensable, para volver gradualmente a una estabilidad fiscal y macroeconómica.

Ahora el país se encuentra encerrado en un necesario Acuerdo de Stand by con el FMI y solicitando la reestructuración de parte de la deuda bilateral con Gobiernos amigos en el Club de París y para colmo podría estar atrapado, en la llamado enfoque Evian, que los países desarrollados le han impuesto a las naciones en desarrollo emergentes, que significa cruzar y darle el mismo tratamiento de la deuda externa bilateral a los acreedores privados, en este caso a los tenedores de Bonos. Todo fuerza a una negociación de mucho tacto, consensuada y voluntaria, para lo que hay que mostrar una gran coherencia en la política económica de corrección, credibilidad y confianza, todo lo que le falta a este Gobierno en su recta final. No obstante, ojalá las negociaciones vayan bien y el Equipo Económico logre tener éxito, por el bien del país, aunque lo que me preocupa es la parte política electoral, no la capacidad negociadora de los expertos nacionales y los asesores internacionales.

Otro gravísimo resultado de esta agresiva carrera de endeudamiento, de fatales consecuencias para la economía y hasta la soberanía de la nación , es el abrupto cambio del perfil de la deuda externa. El perfil significa la composición y tipo de los acredores dentro del total de la deuda. Por ejemplo, el gran cambio negativo es el siguiente. A diciembre de 2000 el 33.7 % de la deuda era de organismos internacionales, el 47.3 % de bilaterales entre gobiernos, el 17.8 % con la banca privada (de los cuales el 13.7% eran viejos de la renegociación con la banca en 1994) y el 1.1% de suplidores externos. Sin embargo, para finales de 2003, según informes de la banca internacional y fuentes del Banco Central, la nueva composición es totalmente diferente: el 31.1 % de los organismos internacionales, el 37.5 % es bilateral (cayó de 47.3%), el 12.5% con la banca privada y el 20 % de los Bonos Soberanos. Ahora el país debe, en resumen, el 32.5 % a acreedores privados, el 31.1 % con organismos internacionales y 37.5 % bilaterales y a otros menores.

El gran peligro potencial es con los privados por su complejidad, impacto negativo, cortos plazos y altos intereses y su capacidad de litigio. Las deudas con los Gobiernos amparados en el Club de París son más flexibles y con los organismos internacionales por sus reglas de pagos no existe flexibilidad, pero ofrecen mejores plazos y bajos intereses. Este profundo cambio del perfil de la deuda, es lo que ha ocasionado el alto servicio de la misma, agravado por una devaluación de más de 130 % en año y medio. Para este año el servicio asciende a US$ 928.3 millones, que a la tasa de cambio vigente, representa RD$ 46,215 millones, o el 40 % del Presupuesto.

Para el 2005 se estima un servicio de la deuda externa de US$ 1,018.0 millones y US$ 1,513.0 millones para el 2006, incluyendo la primera emisión de Bonos, que obviamente tendrá que ser refinanciada, si las condiciones del país y del mercado lo permiten. Como se puede ver, la situación de la deuda externa se ha convertido en un grave problema actual y que será peor en el futuro, por eso las instituciones internacionales están escribiendo tanto sobre el tema y con tanta preocupación. Todos los informes de los bancos de inversión son pesimistas, tanto en los aspectos económicos, como en lo político. Ellos están escribiendo más, tienen más información y son más transparentes, que las autoridades económicas del país. Los informes privados para sus clientes de J.P. Morgan, Bear Stearns, Goldman Sachs, The Economist Intelligent Unit, UBS y estudios privados, son los que más informan y más preocupados están. No hay uno favorable.

Para los dominicanos es clave que hagamos una profunda cirugía al cuerpo económico de la nación, con importantes reformas fiscales, monetarias, de renegociación consensuada y voluntaria de la deuda externa y de política de inversiones basadas en apoyar al sector privado, porque no es posible recuperar la estabilidad y volver a crecer cuando el 40 % del Presupuesto será destinado al servicio de la deuda externa, más los compromisos de RD$ 24,000 en intereses anuales de los Certificados, a la vez que el Gobierno reduzca la deuda a la banca nacional de RD$ 24,262.5 millones, como se comprometió con el FMI. Pero lo peor es que por malas políticas económicas y excesos de ambiciones, el país carezca de los recursos disponibles para inversiones en infraestructura y gastos sociales y condene a su pueblo a la pobreza y el desempleo y se suicide a mantener un crecimiento mínimo o cero del PIB.

Para mí hay soluciones a estos graves problemas, pero requieren de un cambio de Gobierno y de estilo de gobernar y profundas reformas estructurales. Los cuatros sectores que hay que reformar y solucionar son, ejecutar una reforma fiscal que disminuya gastos y mejore los ingresos, solucionar el cáncer de la hemorragia monetaria de los Certificados, reestructurar y solucionar el problema financiero del sector eléctrico vía la privatización total y reformular el Acuerdo de Madrid para reducir los precios del kilovatio, y renegociar de manera voluntaria y consensuada porciones de la deuda externa en el Club de París, en su momento los Bonos y concentrarse en los créditos de los organismos internacionales. Será una tarea muy ardua y difícil, que necesitará el concurso de todos, políticos, empresarios y ciudadanos, pero no creo que para solucionar el problema de fondo y de raíz haya muchas otras opciones. Los dos primeros años serán de cambios y lenta recuperación y después bien guiado el país se podrá volver a volar, con crecimiento y estabilidad.

Pero ante todo se necesita un Gobierno que inspire esperanza, serenidad, que cambie las actitudes pesimistas de la población, que genere confianza para que regresen por lo menos la mitad de los más de US$ 3,000 millones que han salido por fuga de divisas por la incertidumbre y el relajo de los últimos tres años y se vuelva a tener altos niveles de inversión extranjera. Estos cambios sicológicos, políticos y económicos, solo los puede hacer un nuevo Gobierno diferente, con una política económica totalmente comprometida y coherente con la estabilidad macroeconómica y la disciplina fiscal. Un Gobierno que al principio con firmeza arregle la casa y reordene el país, pero que a la vez, le brinde alivio y soluciones a tantos millones de personas que se han empobrecido más y han perdido el 50 % del poder adquisitivo de sus salarios. Creo que este pueblo no aguanta más desorden y problemas económicos y sociales creados por la clase dirigente, privada y pública en contubernio.

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