¿Crisis de partidos?

¿Crisis de partidos?

FRANKLIN BÁEZ BRUGAL
Escuché recientemente al Dr. Frank Moya Pons afirmar en un programa de televisión que los partidos políticos no están en crisis en la República Dominicana. Estoy totalmente de acuerdo con lo dicho por el Dr. Moya Pons, los partidos no pueden estar en crisis en nuestro país, cuando han demostrado ser uno de los vehículos más eficientes y seguros para enriquecer a un buen grupo de personas vinculadas a ellos.

Tenemos ejemplos de sobra de políticos que han saltado de la pobreza a la opulencia en tiempo récord, sin que a nadie se le haya ocurrido, ni siquiera por curiosidad, investigar el origen de tan repentina bonanza.

Vemos con asombro y preocupación cómo sujetos sin más calificación que su vinculación partidaria, y las fortunas amasadas al amparo de la política, se convierten en individuos intocables, aparentemente impunes, no importando lo que hagan.

Esta privilegiada situación ofrecida por los partidos políticos, ciertamente tiene que entusiasmar a muchos para enrolarse a ellos o a sus organismos periféricos, pues en un país con pocas oportunidades como el nuestro, lamentablemente gran parte de la población aspira a imitar las acciones de quienes sin grandes esfuerzos, y poniendo muy poco de su propio bolsillo, han pasado a engrosar las filas de los privilegiados de la fortuna.

Ahora bien, en mi opinión quienes están en crisis son la mayoría de los ciudadanos de la República Dominicana, pese al importante crecimiento que viene experimentando la economía.

En crisis porque tenemos que soportar, quienes pagamos, grandes incrementos en los impuestos, sin que los enormes recursos que maneja el Estado se traduzcan en un mejor nivel de vida para todos.

En crisis, porque los niveles educativos, tanto en educación básica como superior, se encuentran entre los más bajos de América Latina, de acuerdo a las últimas mediciones realizadas.

En crisis, porque el nivel de corrupción de la República Dominicana se encuentra entre los más altos del mundo, según los indicadores publicados recientemente por Transparencia Internacional.

En crisis, porque los niveles de delincuencia aumentan sin parar, provocando intranquilidad, inseguridad y preocupación a todos los que aquí vivimos.

En crisis, porque los niveles de desigualdad, exclusión y  marginalidad no paran de crecer, creando una seria situación social en nuestro país.

En crisis, porque sufrimos uno de los sistemas eléctricos menos confiables y caros del mundo, sin que se vislumbre una solución a este problema.

En crisis, porque desde hace tiempo nos estremecen con frecuencia escándalos de corrupción de todo tipo, sin que conozcamos condenado alguno por haber cometido estos hechos.

En crisis, porque tenemos una administración pública y un servicio diplomático y consular super poblado de «botellas», pagadas todas con el dinero que sale de nuestros bolsillos.

En crisis, porque tenemos una policía que devenga salarios de miseria, y pobremente equipada para enfrentar una delincuencia cada vez más agresiva, mientras ciertos funcionarios reciben salarios que dejan pálidos a los de sus pares de muchos países.

En crisis, porque nuestros recursos naturales no son preservados adecuadamente, y se explotan de manera irracional, poniendo en juego la sostenibilidad futura del país.

En crisis, porque en gran parte de los delitos que se cometen, aparecen involucrados miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.

En crisis, porque los partidos tradicionales no ofrecen alternativas, y son incapaces de ponerse de acuerdo y comprometerse en un plan de desarrollo nacional a largo plazo.

Sin embargo a pesar del «éxito» de los partidos políticos, no podemos olvidar que su amplio manto no da para cubrir a todos, y que en estos tiempos que corren, los pobres son ricos en información y millonarios en expectativas, creándose el problema de que si éstas no son satisfechas con cierta rapidez, la paciencia se les agote y unidos a la agobiada clase media, terminen emulando a Venezuela, en donde de la noche a la mañana se borró del mapa político a los partidos del sistema, para sorpresa de sus propios dirigentes, quienes creían que podían seguir engañando al pueblo, y utilizando a su antojo los recursos públicos de manera indefinida.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas