Crisis de voluntad

Crisis de voluntad

Villa Isabela no será, en términos absolutos, un  paraíso terrenal o cosa parecida, pero comparado con lo que era hay que marcar contrastes, grandes diferencias.

Villa Isabela es el resultado  de un arranque de voluntad que se manifestó en  uno de los períodos en que gobernó el extinto presidente Joaquín Balaguer, para ponerle fin a los dantescos dramas humanos que tenían como escenario ese mismo lugar, que para entonces la vox populi denominaba con desprecio “El hoyo de Chulín” y que era presa de inundaciones devastadoras que arrancaron muchas vidas.

No es que ahora se viva allí como en la gloria, pero la dignidad humana, en términos de hábitat, ha ganado plusvalía.

Las riberas del Ozama, en cambio, no han sido presas de un arranque de voluntad oficial del ímpetu del  que transformó en dignamente habitable El hoyo de Chulín.

Ese déficit de voluntad, que no es exclusivo de la presente y ni siquiera de la pasada administración, explica por qué han terminado en frustración por lo menos cinco planes para convertir las riberas del Ozama en sitio digno para la vida humana.

II

Puerto Isabela ha sido una especie de tapa de sepulcro en la tumba de El hoyo de Chulín. Los residentes en el páramo sombrío de entonces ni siquiera fueron reubicados definitivamente, pues solo estuvieron fuera de su hábitat el tiempo -breve por cierto- que duró esa especie de mutación que dio vida  a  la nueva urbanización que pasó a llamarse Puerto Isabela.

En las riberas del Ozama no ha habido desalojo, ni reubicación, ni nada que deje la impresión de que vaya a haber allí una transformación.

Probablemente los cinco planes fracasados han significado erogaciones relativamente altas de dineros del erario o de uno que otro organismo internacional, para cubrir los costos de los estudios necesarios para el diseño de lo que se pretendería hacer allí.

Por cierto que con la construcción de la Avenida Francisco Alberto Caamaño, o Avenida del Puerto, como se le identificó en principio, quedó resuelto  uno de los  grandes problemas de la ribera occidental del Ozama.

Parece que es perfectamente posible resolver los problemas urbanísticos de las riberas del Ozama sin tener que reubicar a la gente que habita allí.

Claro, será posible, como fue posible Puerto Isabela, siempre que la voluntad para hacerlo no esté en crisis, como ha estado en este caso en particular.

¿Ahora sí?

Si un común denominador ha caracterizado las conductas de varios presidentes mexicanos, ese ha sido el prometer que someterían a revisión el Acuerdo de San José, mediante el cual México y Venezuela suministran petróleo con facilidades crediticias a varios países latinoamericanos y caribeños, incluyendo la República Dominicana.

Otro común denominador que ha caracterizado las conductas de varios presidentes mexicanos ha sido el no haber cumplido la promesa de revisar ese acuerdo de cooperación.

En esta oportunidad es el Presidente Felipe Calderón quien se suma a los que han prometido escudriñar en el contenido del acuerdo, y lo ha planteado a propósito de la visita que le hiciera el Presidente Leonel Fernández.

¿Ahora sí? Esperemos.

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