Crisis del agua

Crisis del agua

JULIO SANTOS-CAYADO
La prensa dominicana frecuentemente, cuasi todos los días, trae noticias de que algún barrio o alguna ciudad, no está recibiendo agua potable. Los reportajes aparecen independientemente de que en las ciudades o en las fuentes esté lloviendo o no, por tanto, no se trata de una consecuencia de la sequía, obviamente, es algo más que eso. Tampoco tienen interés político avieso puesto que salen en todos los diarios y las manifestaciones de inconformidad se suceden en la geografía nacional.

Estamos definitivamente frente a «una crisis del agua». No sólo en la acepción que generalmente se interpreta como «desastre», sino y más importante en su sentido etimológico, proviene del griego kirsis, que se refiere a decisión, tiempo de tomar acción decisiva, punto de cambio para hacer las cosas mejor o peor. Veamos la crisis, pues, como una llamada, una oportunidad.

En estos artículos intentamos presentar las variadas causas que influyen la situación actual del abastecimiento de agua potable y en los diferentes usos del agua. No es la intención nuestra, como no lo fue cuando hablamos sobre el tema en el gobierno pasado, aludir a un funcionario en particular, ni siquiera a un grupo de funcionarios. Sin embargo, en esa ocasión los incumbentes se sintieron tocados.

¿Por qué? No lo sé, pensábamos que por el contrario, le dábamos la oportunidad de proponer todo un plan correctivo de esas situaciones de desperdicio. En fin, quizás en esta oportunidad sea distinto.

Embarcarnos en discusiones inútiles sería una pérdida de tiempo que el autor no aceptaría.

Se puede comprobar en publicaciones de distintos investigadores y de organismos internacionales que los recursos hídricos renovables dominicanos anualmente, son del orden de 19 a 21 kilómetros cúbicos, creo haber sido el primero en estimarlos y publicarlo; es decir, 19 a 21,000,000,000 metros cúbicos, los cuales divididos por 9.5 millones de dominicanos resulta en unos 2,000 a 2,211 m3 per cápita.

De este volumen ya usamos alrededor de 1,106 m3 por persona por año, es decir, del orden del 50%. El mayor de las Américas y probablemente uno de los más grandes del mundo, ciertamente supera España, Alemania, Francia y Estados Unidos de América. De hecho supera la suma de los porcentajes de uso de Estados Unidos y cualquiera de los otros tres. Desde luego, esto se sobredimensiona cuando comparamos la cobertura de abastecimiento que han logrado cualesquiera de esos cuatro países con la dominicana, nos referimos a la efectiva, la que implica que a los ciudadanos les llegue agua a sus grifos las 24 horas del día.

En la conferencia magistral dictada en la Academia de Ciencias, un resumen de la cual se publicó en este periódico el 12/08/07, sección Economía y Negocios, mostrábamos que éramos el país con menor producción de agua por kilómetro cuadrado, después de Cuba.

La situación no es nada envidiable, poca producción anual de agua por unidad de superficie y mayor porcentaje de uso per cápita. Lo que quiere decir que en un tiempo relativamente corto, menos de cincuenta años, si seguimos usando el agua como vamos, estaremos consumiendo el ciento por ciento de nuestra disponibilidad. Nótese que en 1993 consumíamos el 35% y en el 2005 el 50%, un aumento de 15% en 12 años. El consumo aumenta con el paso del tiempo, no sólo por el crecimiento poblacional, sino además por los requerimientos modernos que se van agregando, por el envejecimiento de las redes y por el deterioro de las costumbres dominicanas.

¿Cómo se explica que usemos tanta agua? Independientemente de los factores ambientales, nuestras altas temperaturas provocan una mayor demanda aquí que en Europa, tanto en la agricultura como a nivel personal. Sin embargo, un consumo tan elevado, 60% más que Cuba, 160% más que Europa, 355% el promedio latinoamericano y sólo el 14% menos que los Estados Unidos de América, el gran desperdiciador en este planeta; no se explica sólo con el ambiente.

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