Crisis destruye US$50 billones de riqueza en el mundo

Crisis destruye US$50 billones de riqueza en el mundo

Washington. EFE. La crisis económica ha evaporado 50 billones de dólares de riqueza en todo el mundo, incluidas las pérdidas bursátiles e inmobiliarias, dijo ayer Larry Summers, uno de los principales asesores del presidente de EE.UU., Barack Obama.

Los inversores y las familias han visto escurrirse entre sus dedos en el último año y medio, según Summers, casi cuatro veces más dinero que el Producto Interno Bruto (PIB) estadounidense, estimado en 14 billones de dólares.

Claro que buena parte de esas ganancias eran insostenibles, parte de una burbuja de precios en las acciones y en los valores de los bienes raíces cuyo reventón ha sacudido al mundo.

Summers, quien dirige el Consejo Económico Nacional, estima que solo en Estados Unidos han volado 7 billones de dólares con la caída de las bolsas y otros 6 billones por el colapso del mercado inmobiliario, que fue el detonador de la crisis.

En los últimos 18 meses, el Índice Dow Jones se desplomó un 47 por ciento. Al mismo tiempo, el precio de la vivienda bajó más de un 18 por ciento solo en el 2008, según el índice Case-Shiller, y acumula pérdidas récord desde diciembre del 2007.

Sin embargo, tras meses de negrura, las bolsas han querido ver un resquicio de luz con algunas noticias positivas en el sector financiero y el Dow Jones ha subido un 9,5 por ciento desde el lunes, aunque hoy estaba prácticamente estable.

En un discurso en la Institución Brookings, un centro de estudios, Summers se contagió del tono esperanzador, al afirmar que hay señales del impacto positivo del plan económico del Gobierno, que calificó como “el mayor programa de expansión económica durante tiempos de paz de la historia del país».

“Es modestamente animador que desde que (el plan) comenzó a tomar forma, el gasto de los consumidores en Estados Unidos, que se hundió durante la época navideña, parece haberse estabilizado”, dijo 

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Washington. EFE.

  La crisis económica ha evaporado 50 billones de dólares de riqueza en todo el mundo, incluidas las pérdidas bursátiles e inmobiliarias, dijo ayer Larry Summers, uno de los principales asesores del presidente de EE.UU., Barack Obama.

Los inversores y las familias han visto escurrirse entre sus dedos en el último año y medio, según Summers, casi cuatro veces más dinero que el Producto Interno Bruto (PIB) estadounidense, estimado en 14 billones de dólares.

Claro que buena parte de esas ganancias eran insostenibles, parte de una burbuja de precios en las acciones y en los valores de los bienes raíces cuyo reventón ha sacudido al mundo.

Summers, quien dirige el Consejo Económico Nacional, estima que solo en Estados Unidos han volado 7 billones de dólares con la caída de las bolsas y otros 6 billones por el colapso del mercado inmobiliario, que fue el detonador de la crisis.

En los últimos 18 meses, el Índice Dow Jones se desplomó un 47 por ciento. Al mismo tiempo, el precio de la vivienda bajó más de un 18 por ciento solo en el 2008, según el índice Case-Shiller, y acumula pérdidas récord desde diciembre del 2007.

Sin embargo, tras meses de negrura, las bolsas han querido ver un resquicio de luz con algunas noticias positivas en el sector financiero y el Dow Jones ha subido un 9,5 por ciento desde el lunes, aunque hoy estaba prácticamente estable.

En un discurso en la Institución Brookings, un centro de estudios, Summers se contagió del tono esperanzador, al afirmar que hay señales del impacto positivo del plan económico del Gobierno, que calificó como “el mayor programa de expansión económica durante tiempos de paz de la historia del país».

“Es modestamente animador que desde que (el plan) comenzó a tomar forma, el gasto de los consumidores en Estados Unidos, que se hundió durante la época navideña, parece haberse estabilizado”, dijo 

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Exceso de avaricia

Larry Summers, quien fue secretario del Tesoro durante el Gobierno de Bill Clinton, opinó que el exceso de avaricia y la ausencia de miedo durante la gestación de la burbuja motivó a inversores a hacer compras “no basadas en el precio real de los activos, sino en la fe de que habría otro que pagaría más por ellos». “En ese momento, el Gobierno miró para otro lado”, se quejó Summers.

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