Rio De Janeiro. En lugar de costosos y elaborados disfraces con brillantes lentejuelas, en el Carnaval de este año se esperan atuendos más asequibles con bigotes falsos, sombreros y tiaras.
Los aficionados al Carnaval buscan gangas antes de la mundialmente famosa fiesta de Río de Janeiro, que está a punto de comenzar en medio de una prolongada crisis económica que está afectando a los bolsillos y a la multitud de negocios que dependen de esta fecha para obtener gran parte de sus ingresos anuales.
Todavía hay boletos disponibles para los desfiles, los patrocinadores decidieron no financiar fiestas callejeras y se espera que los hoteles estén más vacíos que el año pasado, que también fue decepcionante a nivel económico por las preocupaciones sobre el virus del zika que desanimaron a algunos turistas extranjeros y la recesión que deprimió el gasto local.
«El año pasado no fue genial, pero aún teníamos los Juegos Olímpicos para compensar el Carnaval. Ahora podemos notar que hay una reducción real», señaló Cristina Fritsch, presidenta de la asociación de agentes de viaje de Río. «La seguridad también preocupa a la gente en un momento en que funcionarios públicos, incluyendo la policía, amenazan con ir a la huelga».
El departamento de Turismo de Río espera atraer a un millón de personas que gastarán alrededor de 3.000 millones de reales brasileños (950 millones de dólares) en la ciudad durante las fiestas, entre el 24 y el 28 de febrero. Si se cumplen las previsiones, se repetirían los resultados del año pasado.