La adolescencia, como toda etapa de la vida, trae consigo cambios, y no solo en el aspecto físico, sino también a nivel emocional e intelectual, algo notorio en los estados de ánimo, intereses e ideales , en fin, detalles que se vuelven característicos.
Se da una búsqueda constante de identidad, que es importante saber manejar. Es una etapa donde muchos tienen una imagen de sí mismos contradictoria; donde más buscan experimentar y vivencian una complejidad de sus sentimientos, una constante preocupación, pues no tienen claro en su cabeza lo que les está pasando.
Como explica Claudia Simó, entrenadora de padres, terapeuta infanto-juvenil y directora de Alas Formación y Apoyo, el hecho de no saber manejar sus emociones puede generar en ellos rebeldía, tristeza, desaliento, culpa, resentimiento, reactivación de viejos recuerdos (malos y buenos), inseguridad, preocupación, impulsividad y frustración.
De ahí que crece la importancia de que sienta la compañía de un adulto, pues como la especialista comenta: tiene la capacidad de desarrollar los recursos para el buen manejo de sus afectos si es acompañado por personas adecuadas que lo apoyen en este proceso.
Y es que los padres y el ambiente de convivencia donde se mueva un individuo durante este proceso de desarrollo juegan un papel predominante.
La vida familiar es el espacio de mayor aprendizaje emocional, y la adolescencia no es excluyente. El modo en que los padres manejen su hogar, traten a sus hijos y modelen día a día en la operatividad de la casa tiene su impacto duradero en la vida de los niños y jóvenes, señaló Simó.
Asimismo, indicó que los progenitores deben tener una presencia significativa en la vida de sus hijos adolescentes, interviniendo de manera inteligente para dar solución a las problemáticas que enfrenten sus vástagos. Subrayó que aunque el adolescente debe ser monitoreado por los padres, debe aprender a manejar de forma asertiva sus propias emociones para obtener un buen proceso de madurez.
Variaciones. Aunque pudiera pensarse que algunas personas no pasan por crisis durante su adolescencia, la especialista explicó que todo adolescente se verá sujeto a cambios biológicos, emocionales, sexuales y sociales, es la forma de manejarla y la intensidad con que se viven estos cambios, lo que hace la diferencia entre una persona u otra, señaló.
De igual modo -resaltó- dependerá del manejo de los padres en este proceso, de la disciplina, de las exigencias, de la danza familiar y los cambios biológicos y emocionales propios del adolescente.
También impactará al adolescente otros factores como son mudanzas, un hogar disfuncional, procesos de duelo, adicciones, violencia, relación filial entre padres e hijos, relación fraternal con los hermanos, la relación de pareja de los padres, etcétera, aseguró.
¿Y los amigos, influyen en el desarrollo de estas crisis? La especialista en la conducta humana señala que los amigos tienen gran importancia para los adolescentes.
En esta edad el vínculo con su mejor amigo es más estrecho. Muchas veces piensan que este amigo es el único capaz de entenderlo y su relación impacta el desarrollo emocional del adolescente. Por lo tanto el perfil de este amigo o los amigos muchas veces influye en las conductas, intereses e ideales de los jóvenes, detalló.
Cuándo ocurren estos cambios. La directora de Alas Formación y Apoyo explicó que la adolescencia se inicia con la pubertad, alrededor de los 9 años, en el caso de la niña y a los 10 años en varones; y termina alrededor de los 19 o 20 años para dar paso a la etapa de joven adulto. Las crisis emocionales pueden aparecer y desaparecer intermitentemente correspondiendo a los cambios hormonales, su desarrollo psicológico y su madurez para ser receptivo a los cambios.
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Recomendaciones
La psicóloga infanto-juvenil señaló que los adolescentes muchas veces se sienten ignorados, carentes de atención o de afecto, y/o rechazados. Estos aspectos dejan sus huellas negativas en los jóvenes principalmente cuando los padres no ofrecen el apoyo adecuado, por lo que es de gran importancia que los padres provean a sus hijos en esta etapa de un clima de confianza, respeto, expectativas claras, motivación y una correcta educación emocional. Siempre es posible hacer los ajustes necesarios cuando las cosas no están bien. No hay nada más valioso que invertir en tu familia. Esta inversión implica tiempo, dedicación, paciencia, modelo, y en algunas ocasiones buscar ayuda externa de un profesional.