Crisis estadounidense

Crisis estadounidense

Los mercados de los Estados Unidos de América sufren sacudidas económicas periódicas. En los ochenta, asociaciones de ahorro y préstamos ocasionó pérdidas del orden de seis mil millones dólares. Más adelante, especuladores originaron una burbuja en el mercado de valores de alta tecnología que esfumó miles de millones de dólares de los bolsillos de inversores. Ahora “surge” la crisis hipotecaria que ha causado un efecto dominó impresionante. Veamos cómo se produce.

En el mercado inmobiliario los precios de las propiedades aumentaban rápida y constantemente. Esta premisa considerada eterna por banqueros hace que presten dinero a millones de personas que no calificaban, alimentando así la burbuja hipotecaria. Si el comprador no pudiera pagar, el banco ejecutaría la hipoteca y vendería a un precio mayor. Este convoluto razonamiento, descuidó el hecho de que los sueldos no aumentaban o lo hacían muy lentamente. Se firmaron contratos con intereses variables.

Las asociaciones y bancos se llenaron de hipotecas que drenaron sus fondos. Entonces banqueros y finalistas decidieron liberarse de las hipotecas. Pero, cómo hacerlo si las hipotecas lucían cada vez más como un montón de basura. Fácil, se creo un instrumento financiero que denominaron CDO, cuyos colaterales serían las hipotecas que no encontraban compradores. Naturalmente, esto no era factible abiertamente, nadie sería tan tonto. Por tanto, fundaron compañías en Caimán, ante la vista de los reguladores, ésas serían dueñas de instrumentos financieros, cuyos colaterales no serían divulgados.

El nuevo nombre: Special Purpose Vehicles, es decir, Vehículos (Instrumentos) e Propósito Especial, SPV.

Los SPV fueron agrupados en categorías AAA, BBB, etc., por los banqueros, otra vez bajo las narices de las agencias clasificadoras de instrumentos financieros. Se vendieron a compañías aseguradoras, bancos nacionales e internacionales, municipios nacionales e internacionales, etc., con diferentes intereses según la clasificación.

Todo marchaba “maravillosamente” hasta que aumentos de precios e intereses redujeron los pagos y las ventas en el mercado inmobiliario. Frente a esa situación los tenedores comenzaron a exigir el pago y a embargar propiedades. En los últimos resultados que he leído alrededor de cinco millones de propiedades han sido reclamadas y 19 millones de personas han sido afectadas directamente.

Ojalá se hubiera detenido ahí. No sucedió porque el montón de papeles inservibles, respaldados por propiedades que nadie quiere comprar, es de tal magnitud que instituciones matrices como Freddy Mac y Fannie Mae quedaron sin liquidez. Desesperado, el gobierno federal se hizo cargo de ambas, garantizando así su continuación. Sin embargo, el asunto tampoco paró ahí, Merryl Lynch, un ícono en el negocio de corretaje quebró, lo mismo que Lehman Brothers y peor todavía el caso reciente de AIG, una aseguradora mundial.

Esto origina una tremenda inestabilidad en la bolsa de valores de New York que se ha hecho sentir en otros países. El Dow Jones Industrial Average, el índice más usual para medir los movimientos bursátiles en Wall Street, cayó en picada y se mantiene haciendo maromas en una montaña rusa.

Cual sería la próxima empresa en declararse en bancarrota, nadie lo sabe. No obstante, los expertos norteamericanos del gobierno federal concluyen que es urgente una inyección de capital del orden de setecientos mil millones de dólares, mmd, que puestos a disposición del Secretario del Tesoro tomaría la basura financiera de manos de las instituciones, limpiando sus estados de situación, haciéndolas sujetos de crédito otra vez y permitiendo el flujo del dinero y de los créditos menores.

La solución propuesta por el Secretario del Tesoro, un rescate de 700 mmd, no ha conseguido el respaldo de Europa que prefiere organizar su propia solución. Tampoco hasta hoy ha recibido el respaldo del Congreso Estadounidense que no confía en el Secretario de Tesoro sin supervisión y controles de ellos o de alguna entidad que pudiera crearse. Hay sentimientos de que los banqueros que se alzaron con grandes sumas deben responder y que las personas de la clase media y baja deben beneficiarse de ese rescate pues a fin de cuentas es dinero de impuestos.

En estas circunstancias, la situación es extremadamente difícil para la economía de los Estados Unidos, por la globalización, para todas las economías en mayor o menor grado.

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