Crisis financiera ha costado 22.000 euros a cada británico

Crisis financiera ha costado 22.000 euros a cada británico

Al cumplirse ayer diez años del día en que Reino Unido vivió el primer gran aldabonazo de la crisis financiera, se reveló que la crisis financiera iniciada en 2017 ha costado 20.000 libras (22.000 euros) al bolsillo de cada británico.
Por lo menos esa es la opinión de Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra, quien sin embargo cree que se han puesto en marcha las medidas necesarias para evitar una repetición de esos acontecimientos.
La publicación de noticias sobre los problemas de liquidez de Northern Rock, un banco del norte de Inglaterra que se había expandido de manera muy agresiva por todo el país en los años anteriores, provocó que un aluvión de sus clientes acudiera el 14 de septiembre de 2007 a las sucursales para sacar sus ahorros.

El diario Expansión recuerda que las dramáticas imágenes de las colas en las oficinas, en lo que era la primera huida de depósitos en una entidad británica en 150 años, puso en alerta a los hasta entonces dormidos reguladores británicos, además de servirles de calentamiento para lo que vendría un año después. Mientras tardaron seis meses en nacionalizar Northern Rock, en octubre de 2008 sólo necesitaron un fin de semana para tomar el control de RBS y Lloyds y evitar así su colapso ante el contagio de la bancarrota de Lehman Brothers.

Por ejemplo, la garantía de depósitos de los pequeños ahorradores en caso de insolvencia de una entidad se ha elevado a 85.000 libras (en 2007 solo cubría íntegramente las primeras 2.000 libras y un 90% hasta las 35.000 libras). Los bancos han tenido que multiplicar sus niveles de capital y liquidez para afrontar potenciales pérdidas. Y la gran reforma, todavía sin implementar, es la obligación de que las entidades británicas construyan a partir de 2019 un cortafuegos para proteger sus negocios de banca minorista de sus actividades de mayor riesgo con grandes clientes y en los mercados de capitales.

Según concluye Carney, «el sistema financiero es ahora más seguro, sencillo y justo», ya que si pasa algo el coste lo asumirán los inversores; no los depositantes, ni los contribuyentes ni el conjunto de la economía. «El sector es más seguro porque tiene diez veces más de capital -dinero puesto por los inversores- para afrontar pérdidas. Es más sencillo porque la compleja red que causó el contagio del pánico en 2007 ha sido deshecha. Y es más justo porque los inversores, no los contribuyentes, tendrán que asumir la factura si un banco cae», opina Carney.

Pero la banca sin riesgos no sería banca. Según Kevin Dowd, del Adam Smith Institute, los test de estrés y las ratios utilizadas por el Banco de Inglaterra para determinar la salud de los bancos son inservibles.
«Es preocupante que diez años después de Northern Rock, los bancos británicos están más apalancados [porcentaje de financiación externa sobre sus activos totales] que nunca.

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