La crisis financiera global que aún afecta al país se refleja en la caída de los principales sectores de la economía, como se observa en el último informe del Banco Central.
En efecto, los sectores más dinámicos de la economía, como el turismo, zonas francas, la construcción, la manufactura, el transporte, reportaron crecimientos negativos.
Si bien el PIB logró un crecimiento del orden del 1.4 por ciento, aún no se visualiza un crecimiento que supere las predicciones del Fondo Monetario Internacional, y la tasa de crecimiento de la población, al finalizar el año 2009.
Esa misma tendencia se observa en la cartera de crédito de la banca múltiple. El consumo privado y el comercio, cuyos resultados negativos sobrepasan el 7 por ciento.
Sin embargo, la política monetaria anticíclica adoptada por el Gobierno, de baja en la tasa de interés, liberalización de fondos del encaje legal, y la inyección de recursos y facilidades a sectores productivos, impactó positivamente en el crecimiento del financiamiento bancario, cuyo sector creció positivamente alrededor del 8 por ciento, reflejándose en el sector un exceso de liquidez, comparado con el mismo período del 2008, consecuencia de la caída de la demanda de crédito para la inversión.
Además, probablemente, reflejo de las rigideces en las condiciones de financiamiento que limita el acceso al crédito bancario a sectores productivos, al comercio, especialmente a la micro, pequeña y mediana empresa.
La caída del consumo, consecuencia de la crisis, se reflejó en la disminución de las ventas, junto con el incremento de los costes, provocando una baja en la inversión. En consecuencia, se produjeron pérdidas de empleo y quiebras de microempresas, lo que aumentó la precariedad del sector. Esto hizo que este sector fuera poco atractivo para acceder al crédito bancario, a pesar del incremento de la cartera de crédito del sistema financiero en un 3.5 por ciento.
Esta situación se refleja en la caída del financiamiento de la banca múltiple a las microempresas cuyo comportamiento fue negativo en un 0.8 por ciento, al primer semestre del año.
Si bien es cierto que se observa una dinamización del financiamiento al sector privado, no es menos cierto que ese dinamismo no se refleja en las microempresas del país.
Esto se confirma en el hecho de que del total del financiamiento de la banca al sector comercial, los créditos a las micro y pequeñas empresas no llegan al 13 por ciento, con un crecimiento negativo al primer cuatrimestre del presente año.
En una coyuntura donde el Gobierno ejecuta políticas para dinamizar la economía impactada por la crisis financiera global, estos resultados no se corresponden con los objetivos del Gobierno.
Dada la importancia de las micro y pequeñas empresas, que aportan más de un millón de empleos, y cerca del 30 por ciento, al producto Interno Bruto (PIB) del país.
Se trata en estos momentos de crear las condiciones con el propósito de que este sector pueda asumir con éxitos los retos de la apertura de la economía, superar el impacto de la crisis y puedan contribuir al aumento de la ocupación.
En este sentido, las medidas tomadas por las autoridades del Gobierno, de promover acciones de financiamiento para que estas empresas emprendan las innovaciones tecnológicas, y puedan ser capaces de competir en un mundo globalizado, y lograr con ello, el aumento del empleo productivo y el ingreso, tiene vital importancia.
El crédito a la microempresa aparece como un pilar importante en la estrategia competitiva, para impulsar el crecimiento de la pequeña y mediana empresa en las diferentes actividades de producción y servicios en el territorio nacional.
Por las razones señaladas, se hace impostergable que instituciones de financiamiento, como el Banco de la Reservas, empresas de especializadas de financiamiento, como ADEMI, FONDOMICRO, PROMYPYME, promuevan la creación de empleos a través del crédito a microempresarios que por sus condiciones y características del sector no tienen acceso al financiamiento de la banca privada.
La ley 488-08, para el desarrollo y competitividad de las MIPYMES, que crea el Consejo Nacional de Promoción y Apoyo a la Micro, Pequeña y Mediana Empresas, como organismo rector, está llamado a jugar un papel preponderante por mandato de esta ley , para promover el desarrollo social y económico nacional, a través del fortalecimiento competitivo de las MIPYMES.
Es importante, coordinar todos los esfuerzos para incrementar la competitiva de este sector, para que juegue su verdadero rol en la economía. Se hace impostergable que el gobierno crea un Plan Estratégico Nacional de Desarrollo de las Micro, Pequeñas y Medianas empresas en el marco del Plan Nacional de Competitividad Sistémica. Tal como se consideró en el IV, foro de la Microempresas, celebrado en Santo Domingo, en noviembre del 2001, el desarrollo de la microempresa es una herramienta clave para reducir la pobreza, generar empleo, impulsar el crecimiento económico, mejorar la distribución del ingreso, promover el espíritu empresarial y fortalecer la sociedad civil en general.
Para lograr tales objetivos es necesaria una alianza estratégica entre el Gobierno y las empresas privadas, que mantenga, la confianza y un clima de negocios que lleve al país al desarrollo económico y social.