Crisis Haití puso en juego credibilidad AL y ONU

Crisis Haití puso en juego credibilidad AL y ONU

BRASILIA, (AFP) – Cuando la situación se caldeó en Haití, los países latinoamericanos retuvieron el aliento, no sólo por sus miles de cascos azules en el terreno, sino también porque la apuesta hecha para demostrar que eran capaces de resolver sus propios poblemas estuvo a punto de naufragar.

La primera etapa de la transición iniciada en 2004 tras el derrocamiento del presidente Jean Bertrand Aristide parecía haber llegado a buen puerto con las elecciones del 7 de febrero.

Pero de pronto la multitud ganó la calle para reclamar que se reconociera la victoria de René Preval, un ex aliado de Aristide, que obtenía casi 49% de los votos, un poco menos del 50% necesario para evitar la segunda vuelta, pero muchos más que los de su más inmediato seguidor, que rozaba el 12%.

En el momento de mayor tensión, Preval denunció fraudes.  La comunidad internacional, alarmada, se movilizó y las autoridades electorales zanjaron la cuestión repartiendo los votos en blanco proporcionalmente entre todos los candidatos. Preval obtuvo así 51,15%.

La crisis electoral estuvo a punto de hacer fracasar los esfuerzos de la Misión de Estabilización de la ONU en Haití (Minustah), que tiene un fuerte componente latinoamericano. Su jefe civil es un diplomático chileno, su jefe militar un general brasileño y la mitad de sus 7.500 cascos azules proceden de nueve países de la región.

Cuando en 2004 Haití quedó sumergido en un caos de violencia y crisis institucional, los países latinoamericanos asumieron como propia la tarea de resolver la crisis.

“Por primera vez en la historia de América Latina se conforma una fuerza militar, en este caso bajo mandato de Naciones Unidas por cierto, para dar respuesta a la necesidad de paz de un país hermano, que es el más pobre de nuestra región”, explicó en junio de 2004 la actual presidenta electa de Chile, Michelle Bachelet, que entonces era ministra de Defensa.

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